La cara más visible de la cooperación hispanofrancesa en seguridad son las patrullas conjuntas que la Policía Nacional y la Policía Aérea de Fronteras llevan realizando ya dos años --comenzaron en diciembre del 2012-- en las carreteras de ambos lados de la frontera. Pese al nombre de patrullas, básicamente se trata de controles aleatorios en las vías, que se instalan una o dos veces al mes.

El objetivo de los mismos es, básicamente, "mejorar la coordinación" entre las fuerzas, indica el inspector Jesús Berges, y en este aspecto cumplen sobradamente su objetivo. No suelen establecerse con un motivo concreto, más allá del control de la delincuencia en general. Lo que sí se dan son encargos de ambos lados de la frontera para que se establezcan por motivos concretos, como la vigilancia antiterrorista. Lamentablemente, como recuerda Berges, en España tenemos "mucha experiencia, desde los años 60, en este campo".

Cada patrulla conjunta se compone de tres coches, uno de los cuales es del país vecino, a ambos lados del Pirineo. Los agentes extranjeros van con su uniformidad, su vehículo y armados, y su función es el enlace, como en el Centro de Cooperación, y el apoyo. "Por ejemplo, si aquí se para a un ciudadano francés, y no se conoce muy bien el idioma, ellos colaboran. También tienen más conocimiento de la documentación habitual allí ante posibles falsificaciones", explicaban los agentes implicados en estos servicios.

Los componentes extranjeros van armados, pero en principio no tienen jurisdicción para intervenir en una acción policial "salvo para repeler una agresión".

Lo que más destacan los participantes son las diferencias en el trabajo que encuentran. Algo que ya se nota en el centro, con mejores horarios para los galos, pero también en los controles. Allí, indican los efectivos de la Policía Nacional, los controles "se complican mucho menos", con una simple señal de Stop y dos agentes, sin el despliegue de conos y efectivos propio de este lado de la frontera.

Los franceses, por su parte, se sorprenden mucho --al menos al principio-- de que en España esté permitido que la Policía registre un coche o simplemente le abra el maletero ante alguna sospecha. "Ellos, según explican, tienen que pedir una orden al fiscal, y ha de haber un agente de la Policía Judicial con un curso específico para poder realizar estos registros. Allí básicamente se pide la documentación del vehículo y punto", comentan los españoles.

Sutiles diferencias que muestran el aprendizaje que logran los cuerpos implicados en estas patrullas para mejorar en sus propias áreas de trabajo. En el lado español tienen al menos 21 controles al mes para practicar.