Faltaba una hora para que comenzara el macrojuicio de La Muela y la sala 3 de la Ciudad de la Justicia de Zaragoza, la más grande de esta sede, estaba lista para albergarlo. Carmen y Paqui, dos agentes judiciales de la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Zaragoza, estaban realizando todas las comprobaciones necesarias para que nada fallase. Y es que la vista oral se había organizado a conciencia por parte del secretario Eduardo Cativiela. Era tal el detalle que las acusaciones y las defensas --medio centenar de personas-- tenían asignado un espacio con un letrero. La obsesión es que nada fallara y, salvo el retraso en la entrega de unos micrófonos que iban a instalarse, se consiguió. De hecho, se subsanó con unos portátiles de forma provisional.

La organización también se extendió con respecto a los medios de comunicación, que llevó a cabo el Tribunal Superior de Justicia de Aragón. La transmisión en la sala de prensa discurrió sin incidencias, si bien los gráficos no pudieron retratar a cada uno de los procesados en los pasillos, puesto que se les situó en una zona en la que solo se les veía la espalda.

La primera jornada también tuvo alguna curiosidad como que los abogados no llevaran copias de algunos documentos que debían entregar a sus compañeros. El juez Javier Cantero llegó a espetar a los representantes del ayuntamiento muelano que "alguna fotocopiadora habrá en el consistorio". Otros apostaron por pen drives al modo de presentación de los presupuestos del Estado.