Un ciudadano de origen magrebí de 46 años, A. E. O., se enfrenta a una petición de quince años de cárcel como presunto autor de la agresión sexual que una mujer --enferma de esquizofrenia y que padece brotes psicóticos-- denunció haber sufrido la noche del 15 de julio del 2007 en un descampado de La Almunia. Nunca ratificó la denuncia inicial en sede judicial.

A. E. O., que se sentó ayer en el banquillo de la Audiencia y cuya defensa pidió la absolución, ya pasó un mes preso por este asunto: del 20 de julio, cuando fue detenido como uno de los dos presuntos autores de la agresión --el otro está en paradero desconocido--, al 14 de agosto, después de que el único testigo ocular de los hechos no lo señalara durante una rueda de reconocimiento como uno de los atacantes.

La denunciante, que ayer no compareció en la Audiencia, ha dado dos versiones de los hechos. Al día siguiente del episodio, declaró a la Guardia Civil que dos hombres la habían llevado a rastras a un descampado donde, tras arrancarle la camiseta, llegaron a masturbarse sobre ella y a introducirle varios dedos en la vagina. "Les decía que no era útil matar a nadie", relató a los agentes, según el testimonio que ayer leyó en la sala el secretario del tribunal.

Unos meses después, ante la Gendarmería --se había trasladado a Francia a vivir--, desaparecían de su relato los tocamientos y el onanismo. "Querían matarme", dijo entonces tras explicar que uno de sus atacantes intentó estrangularla mientras el otro trataba de violarla.

La mujer presentaba doce hematomas en las caras internas de sus muslos --compatibles con gestos de presión manual--, heridas punzantes en el tórax anterior y posterior --casarían con su versión del arrastre por el suelo--, lesiones en las manos que evocan una acción de defensa y equimosis como las que deja un intento de estrangulamiento manual --acción que la Fiscalía atribuye al acusado-- en la parte delantera del cuello. Sin embargo, el ADN de los restos de piel que los zarpazos defensivos dejaron en sus uñas no coincide con el de A. E. O., que niega haberla agredido.

Cuando vio ir a por él a dos guardias civiles de paisano salió corriendo y pasó dos días oculto en el monte. "Tuve miedo", declaró, antes de inistir en que "nunca" ha visto a la denunciante.