Quince años después de abrirse una sima delante de los números 6 y 8 de calle Justo Navarro de Calatayud, el futuro de la Casa Azul o, mejor, del solar que ocupaba, todavía no se ha resuelto del todo. Por no hablar de la causa del hundimiento del subsuelo, que ni siquiera ha podido determinarse con precisión.

Ahora, los propietarios, más de medio centenar, han acordado que la parcela, de 1.200 metros cuadrados, salga al mercado inmobiliario, como forma de darle una utilidad que compense por tantos años perdidos. Se contemplarían permutas y otras fórmulas, con el fin de contentar a todos los afectados.

Se trata de un emplazamiento con un gran valor comercial, dentro del centro histórico de la ciudad bilbilitana, junto a las calles residenciales y comerciales, con salida a la antigua travesía de la N-IIa y no muy apartada de la estación del AVE.

Pero, mientras llega la solución, el solar de la Casa Azul sigue siendo objeto de actuaciones que implican a las distintas instituciones. En esta ocasión, ha sido el Justicia de Aragón, Fernando García Vicente, quien se ha pronunciado sobre un aspecto solo en apariencia menor.

Y lo ha hecho para dar por «aceptada parcialmente» su sugerencia respecto a la valla que protege el tramo de acera afectado a raíz de la súbita aparición de la sima y con la posterior demolición del edificio. Asimismo, el Defensor del Pueblo aragonés da por terminado el expediente, a expensas de que se lleve a efecto la resolución «en un plazo razonable».

La comunidad de bienes de la calle Justo Navarro números 6 y 8 acordó el pasado enero proceder al retranqueo del vallado del solar, una operación que costará a los antiguos residentes 3.240,38 euros.

Sin embargo, los técnicos municipales que debían dar el visto bueno determinaron a principios de este mes que es «imposible» retirar las vallas que obligan a los peatones a bajar a la calzada «hasta que no se lleve a cabo la reparación de la acera» oculta tras las mismas, y que ha quedado «totalmente inservible para el uso público».

El pavimento de la acera ha desaparecido por completo, y en su lugar, constata el arquitecto municipal, ha crecido una vegetación que será necesario talar antes de proceder a cualquier obra de mejora. Además, sigue visible el socavón inicial, que afectó a parte de la vía pública y rompió el tramo de acera en cuestión, según el informe técnico.

De ahí que, según las prescripciones de los entendidos, lo aconsejable sea no retirar las vallas hasta que el ayuntamiento no proyecte la pavimentación de la propia acera. Así, será necesario coordinar ambos trabajos con el fin de que, una vez retirado el cerramiento, aparezca la acera totalmente regenerada y lista para ser utilizada por los peatones con todas las garantías de seguridad.

Será un primer paso hacia la normalización de una situación urbanística anómala que sus protagonistas no desean que se prolongue más. La vía de los tribunales ya se cerró cuando la Justicia falló que no había quedado acreditado que la causa del hundimiento fueran fugas en la red de agua de la localidad.