Eduardo Punset, el polifacético y prestigioso comunicador científico, estuvo ayer en Zaragoza, invitado por Cafés Orús, para presentar su última obra, Viaje al optimismo, en la que aborda la manera de encontrar la esperanza en un país que, como España, se haya sumido en una profunda crisis económica.

--¿Qué se puede hacer para ser optimista en unos tiempos tan difíciles?

--Creo que primero darse cuenta de que hay vida antes de la muerte y no estar obsesionado todo el rato para saber si hay vida después de la muerte. Lo último que hemos descubierto ahora es que, cada diez años, aumenta dos años y medio la esperanza de vida. El científico Kent Robinson dice que lo importante es descubrir cuál es tu elemento, aquello que te hace vibrar, con lo que te sientes identificado. Y dice que no basta con descubrirlo: hay que controlarlo, profundizar en su conocimiento hasta controlarlo.

--Pero una situación así no deja margen para el optimismo.

--Hay motivos que se iniciaron hace 600 millones de años. El primer gran salto que ha permitido a las especies y al género humano ser optimista, es el salto inenarrable de organismos unicelulares a organismos multicelulares. Es decir, somos comunidades andantes de células que intercambian conocimientos y que abrieron la posibilidad de innovar, de crear...

--¿Qué mensaje de esperanza puede enviar a los más de cinco millones de parados que hay en estos momentos?

--Estamos descubriendo las capacidades que se necesitan para tener trabajo en las sociedades industriales. La primera, la capacidad de trabajar colaborativamente en lugar de competitivamente. El saber utilizar los nuevos sistemas de comunicación digital, que tampoco se ha enseñado adecuadamente. Es un proceso de cambio continuo que lo menos que puede sugerir es tristeza y pesimismo.

--Sostiene que la crisis reviste una forma distinta en cada país.

--Lo primero es saber lo que te pasa, acertar en el diagnóstico. Y en España, que es el segundo país más endeudado del mundo, si se une la deuda pública y privada, el problema es de endeudamiento excesivo, y eso se ha reconocido y se está corrigiendo. Ahora se trata de acertar con las medidas.

--¿Qué efecto está causando esta profunda crisis en la imagen de España?

--Hay un problema de pérdida de reconocimiento. Este es uno de los grandes países europeos, con un caudal muy reconocimiento público por parte del resto del mundo, un país en el que el resto de los ciudadanos europeos habían reconocido que no lo habíamos hecho del todo mal en el paso de la dictadura a la democracia, en la salida de la cerrazón y del atraso hacia la apertura. Y la crisis ha hecho que se pierda ese gran reconocimiento. Ahora estamos a la altura de países caracterizados por su falta de solvencia.

--Los jóvenes son los más castigados por la crisis.

--Estamos redefiniendo las nuevas competencias para que los jóvenes encuentren trabajo. La situación actual, con un 45% de jóvenes en paro, no tiene explicación, como no sea la mala educación, que no ha tenido en cuenta las competencias nuevas, que eran necesarias para encontrar trabajo en la sociedad del conocimiento, esta no es la sociedad de la revolución industrial.