La localidad turolense de Villarroya de los Pinares inició ayer los actos de homenaje al sacerdote Francisco Peña con motivo del cuarto centenario de su muerte. Peña, natural de Villarroya, dejó su huella a través de varias obras renacentistas como el altar mayor, las dos capillas laterales de la iglesia de la Asunción y su casa palacio.

Una asociación cultural de vecinos de la localidad ha organizado un variado programa que cuenta con la dirección científica de José Ramón Sanchís. Estos actos comenzaron ayer con una chocolatada popular en la plaza, en la que Jesús Cuesta recitó pareados de La vida de Francisco Peña.

También ayer tuvo lugar una conferencia a cargo de José Ramón Sanchís, titulada El legado de Francisco Peña, y se inauguró una exposición conmemorativa.

En lo que resta del mes de agosto también habrá otras actividades como una conferencia de Alfonso Esponera sobre la inquisición en la época de Francisco Peña, que tendrá lugar el día 17, y una misa, oficiada por el obispo de Teruel--Albarracín, Carlos Escribano, al día siguiente.

Peña nació en el año 1540 y, tras cursar estudios de Filosofía, Teología y Jurisprudencia en Valencia y Bolonia, se trasladó a Roma, que fue su residencia habitual hasta su muerte en agosto del 1612.

Entre los méritos que marcaron su vida está que el rey Felipe II lo eligiera para formar parte del Tribunal de la Sagrada Rota Romana por la Corte de Aragón, llegando a ser presidente desde el 1604 hasta el año de su fallecimiento.

Además, en el 1589 fue declarado por Sixto V patricio y senador romano. También fue promotor en los procesos de canonización de San Diego de Alcalá, San Raimundo de Peñafort y San Carlos Borromeo, entre otros. Su obra más conocida es Directorium Inquisitorum.