Samuel Sobradiel, de 78 años, ha tenido que esperar toda su vida para poder darle una sepultura digna a su padre, Santiago, fusilado con 30 años en los albores de la guerra civil. Santiago fue uno de los numerosos vecinos de la periferia rural de Zaragoza que murieron víctimas de la brutal represión del bando sublevado.

Ayer, siete de ellos, entre los que se encontraba Santiago, fueron inhumados en el pequeño cementerio del barrio de Movera, gracias a la labor desarrollada por el Foro por la Memoria de Aragón.

"No me acuerdo de mi padre, pues solo tenía 3 años cuando lo mataron", dijo Samuel, sin poder contener la emoción. "Y ahora tengo una sensación agridulce, a mitad de camino entre la alegría y la tristeza", afirmó.

Su padre y los otros seis represaliados (de los que solo cinco están plenamente identificados) han reposado durante décadas en una fosa común del camposanto.

Hace un año, el Foro se interesó por ellos y ayer, en una ceremonia con banderas republicanas, música clásica y canciones de Labordeta, todos fueron inhumados, tres en nichos y cuatro en una misma tumba excavada en el suelo.

"Movera es uno de los sitios de Aragón donde están enterradas más víctimas de la guerra", afirmó Emilio Manrique, responsable del Foro. "Todavía hay fosas dentro y fuera del cementerio", aseguró. Manrique, que pronunció un discurso en el que dijo que la inhumación era un acto de "dignificación de las víctimas del genocidio franquista".

"Es un acto muy emotivo porque mi padre no está y esto le hubiera hecho mucha ilusión", señaló Anacrís Miguel, nieta de una de las personas enterradas. "La muerte de mi abuelo ha pesado siempre sobre nuestra familia y por fin hemos cumplido el deseo de honrar su memoria".

La exhumación de los siete cadáveres se realizó hace un año y las muestras fueron remitidas a la Universidad del País Vasco, donde se determinó la identidad de parte de las víctimas gracias al ADN, según explicó la arqueóloga Julia Justes. Con todo, ha sido imposible averiguar datos concretos de dos de ellos, que figuran en las lapidas como "desconocido" y "amigo desconocido de Andrés Martín".