Este año se cumplen 25 años de los asesinatos de Mercedes Lázaro y Eva María Aznárez, cuyo autor sigue sin estar identificado. A pesar del tiempo transcurrido, la Justicia no se ha olvidado de los nombres de estas dos veinteañeras y el caso se ha reactivado de la mano del titular del Juzgado de Instrucción número 7 de Zaragoza, Rafael Lasala.

Los impulsores de estas pesquisas han sido la familia de Mercedes Lázaro, que murió en el garaje de su vivienda situada en la calle Fueros de Aragón. Según pudo saber EL PERIÓDICO, aportaron unas serie de pruebas que el juez instructor ha valorado para esta reapertura, que ha sido puesta en manos del Grupo de Homicidios de la Jefatura Superior de Policía en Aragón.

BAJO SECRETO

Las diligencias están bajo secreto sumarial, si bien, según fuentes consultadas, todo gira en torno a una serie de pruebas forenses y de Policía Científica que en la época eran inviables y que actualmente son factibles con los avances tecnológicos existentes. De hecho, se llegó a exhumar en diciembre del año pasado el cadáver de Mercedes Lázaro San Miguel (fallecida un 4 de marzo de 1992) para intentar recoger una serie de vestigios.

Las pesquisas estarían centradas, si bien todavía quedarían una serie de detalles sueltos para determinar con exactitud quién es la persona que está detrás de estos asesinatos que en su día atemorizaron a la sociedad zaragozana porque ocurrían en espacios oscuros, como soportales o garajes, y en los que las víctimas eran chicas jóvenes, rubias e iban solas en el momento de los hechos. También se ha realizado una reconstrucción de hechos con ordenador para analizar y temporizar las dos brutales agresiones.

Las dos mujeres fueron asesinadas de la misma forma, estranguladas, si bien a una de ellas, Eva María Aznárez (el 16 de abril de 1992), el sospechoso no solo la abordó en medio de la oscuridad en una urbanización de la calle Gómez Laguna, sino que también la golpeó con una llave inglesa. La Policía de la época destacó del autor su fetichismo. Una de las muchachas apareció sin uno de sus zapatos, mientras que a otra se le habían colocado de una determinada forma. No fueron robadas ni violadas.

HECHOS

Fue el modus operandi de ambos crímenes lo que determinó, y hoy en día se sigue creyendo, que el autor es el mismo. Solo en el caso de Eva María Aznárez hubo un testigo, quien señaló que era un hombre alto, fuerte y de raza negra. Junto al cadáver apareció una medalla que, con casi toda seguridad, fue comprada en Comiso (Sicilia). Esto llevó a la Policía a atar cabos y a poner la lupa sobre algún miembro de las Fuerzas Armadas de EEUU que había estado allí antes de ser trasladado a la Base de Zaragoza, que este año cumple 25 años de su cierre.

A pesar de estar centrada la investigación hubo complicaciones con las autoridades americanas. Por dependencias policiales pasaron los militares de raza negra que habían estado en la capital aragonesa por aquellas fechas, pero al único a quien un testigo señaló en una de las fotografías no se le pudo tomar declaración. El joven, hijo de un mando militar, se había marchado. Ahora las esperanzas se centran en las nuevas técnicas forenses. Puede conocerse su nombre, aunque podría estar ya muerto.