Stop Desahucios organizó ayer un acto de protesta en Zaragoza por un caso que "se sale del perfil", como admitía uno de los responsables de la plataforma. Pero no por ello deja de ser un desalojo de una familia sin medios. La familia en cuestión llegó a tener dos negocios y dos casas en propiedad, pero el estallido de la crisis fue tumbando sus propiedades como fichas de dominó y el viernes, si no hallan solución, perderán el único bien que les queda: la casa familiar de Fabara.

Según explicó Carlos, su familia --con tres hijos-- dependía de su granja, próspera, que les permitió no solo enviar a sus hijos a estudiar a Zaragoza sino comprar un piso en Pedro María Ric. "El mayor tenía su trabajo y la pequeña hizo carrera, pero para el mediano compramos un local y montamos una cafetería en León XIII", explicó.

Para lograr el crédito hipotecaron las dos casas --la del pueblo totalmente pagada, "y la de Zaragoza, casi", aseguró-- con la Caja de Ingenieros y se comprometieron a pagar 1.500 euros mensuales, que para sus ingresos de entonces no era descabellado. "Pero llegó el 2008 --explicó Carlos--, estalló la burbuja y el negocio fue mal".

Perdieron lo que habían invertido en el local y para pagar les subastaron el piso de Zaragoza. En medio del caos, la pareja se divorció. Y recientemente les subastaron la casa de Fabara que han de desalojar el viernes.

DENUNCIA Parte de sus esperanzas están puestas en una denuncia, porque la Caja de Ingenieros subastó la vivienda de Fabara por el 50% de su valor, cuando según la ley, debería ser por el 70%. Al parecer, habría un defecto de forma al haberla considerado segunda vivienda, "pero cuando la subastaron ya solo teníamos una", explicó Carlos.

Aunque los tribunales les dieran la razón, la deuda --"no sé ni de cuánto es, porque los intereses los controla la caja"-- se reduciría en solo 34.000 euros. "Mi hijo vive en la casa con su mujer y su hija de seis años. Están todos en paro, como mi exmujer y como yo". Los ingresos de la familia vienen de trabajos esporádicos del hijo y lo que puede sacar Carlos explotando un pequeño huerto en Montañana, donde vive acogido por un familiar para cuidar a su madre enferma.

Ahora lucha porque la entidad no les eche y les deje pagar un alquiler. "Les conviene, porque la casa de Fabara no la va a comprar nadie", advierte.