Llegados a este punto, en el que el Zaragoza vive en descenso a Segunda B con dos puntos de 12 tras una colosal sucesión de malas noticias desde que Agapito Iglesias llegó al club, la pregunta que surge es si este abismo tiene fin, si llegará algún día en el que el equipo dará con sus huesos en el pozo para que esta insoportable caída se acabe. El Lugo se llevó la victoria de La Romareda, pero más allá de eso, ya muy grave, lo peor fue el vergonzoso partido que soltó el Zaragoza, que perpetró un conjunto tristísimo, sin alma, sin respuestas en el césped y en el banquillo y al que no es que no se le vean atisbos de mejora sino que cada semana baja un escalón en su nivel de rendimiento. La Romareda, otra vez con una pobre entrada, reaccionó contra los jugadores, contra el club y contra todo, porque demasiadas cosas ha aguantado ya.

Queda por ver si lo vivido ante el Lugo ya es lo peor. Desde luego, el esperpento de ayer es de una pobreza muy difícil de igualar. Este Zaragoza que solo ha marcado un gol en cuatro partidos fue un alma en pena, un equipo sin personalidad y capaz de sacar de quicio a cualquier aficionado. En La Romareda lo logró con todos los que acudieron y seguro que también los que lo vieron por televisión. Y lo hizo, además, desde el inicio, porque solo hizo pitar Lesma López y quedó claro que el Lugo era un equipo, limitado atrás y con un portero terrible con el balón en los pies, pero ordenado y con un plan, y enfrente había una banda, un grupo perdido de jugadores lleno de nervios, de dudas y sin un gramo de fútbol.

Hablaba Herrera de buscar el Santo Grial tras el partido. De verdad que Indiana Jones tenía por delante misiones más fáciles que las que se adivinan a este Zaragoza incapaz. Hablar de ascenso y de volver a sonreír a este nivel suena a broma de muy mal gusto. Pensar en disfrutar, como decía Pitarch el otro día, parece directamente un cachondeo.

No es de recibo, de verdad que no, salir ante el Lugo con dos pivotes defensivos como Paglialunga y José Mari. Pero aún lo es menos que el adversario gane del todo la partida en la medular con Seoane y Pita. Tal cual. El Lugo no tardó en sentirse a gusto, en tocar con comodidad y el Zaragoza, sin Víctor y con Porcar, otra decisión inexplicable, empezó a perseguir sombras. Bien abierto por las bandas y con Rennella y Peña generando problemas a la triste zaga zaragocista, donde Álvaro, Paredes y Abraham fueron un poema, el Lugo se adueñó del choque para que La Romareda solo necesitara 20 minutos para pitar el terrible espectáculo que estaba viendo. Rennella, en una jugada en la que pecó de egoísta con Iván Pérez, tuvo la mejor ocasión.

Tan mal lo vio Herrera que antes de la media hora metió Cidoncha. Podía haber quitado a cualquiera, el elegido fue Lucas Porcar, que dio un puñetazo en el banquillo al marcharse. Con Cindoncha, recuperando el rombo en la medular y con un ápice más de intensidad el partido se niveló. O por lo menos el balón ya vivió más lejos de Leo Franco. Y José Juan vivió sus primeros sustos. O algo parecido. Dos remates, ambos altos, de Paredes y Roger Martí, en concreto.

Tras el descanso la noria táctica de Paco Herrera situó a Cidoncha como parte más adelantada del rombo y Barkero, un espectro, retrasó su posición. El Zaragoza, fruto del mayor ímpetu del propio Cidoncha o de Cortés (así de pobre estaba el equipo) empezó mejor que su rival, pero Abraham decidió que había que regalar un gol. Se dejó robar la cartera por De Coz y Rennella marcó de cabeza con Álvaro y Paredes de espectadores. Menos mal, por cierto, que el central cántabro iba a mejorar con el final del mercado de fichajes. Su partido, sobre todo en la salida de balón, fue sonrojante.

Con desventaja y con Víctor en el campo, el Zaragoza vivió en la nube de los esperpentos. Cidoncha falló lo increíble tras rematar al palo Víctor después de un error de José Juan, lo que ya fue el pistoletazo para que la grada se moviera entre la indignación, la rabia y el cachondeo. Agapito, Pitarch, los jugadores... Casi nadie se libró porque en ese abismo en el que no para de caer este club todos, anteriores y presentes, tienen su porcentaje de culpa. El caso es que esto no hay quien lo aguante.