Son los alumnos modelo. Se presentan voluntarios para participar en clase, se portan bien, tienen verdaderas ganas de aprender y lo hacen a una velocidad verdaderamente increíble. Así son los seis estudiantes rumanos y la alumna ucraniana que estudian Secundaria en el Instituto Medina Albaida de Zaragoza y que asisten durante ocho horas a la semana a las clases de inmersión lingüística.

Puri, profesora de lengua del centro, es la encargada de enseñar español a este grupo de chicos que llevan en España entre uno y cuatro meses. "Son una materia prima estupenda, porque aprenden rapidísimo y además me ayudan a desarrollar otras formas de enseñanza", explica.

De momento, la biblioteca les sirve como clase y, aunque tienen distintos niveles, aprenden todos juntos. Puri es la que busca los materiales para enseñar a sus alumnos, recursos que complementa con los que recibe del CAREI (Centro Aragonés de Recursos para la Educación Intercultural).

"Este verano hice por mi cuenta un curso para enseñar español a los extranjeros, pero esto es mucho más complicado. Lo que intento es enseñarles el idioma de manera que les sirva para manejarse y, de vez en cuando, les explico algo de gramática para que puedan incorporarse más fácilmente al curso académico", comenta Puri.

Este año, alrededor de 80 institutos cuentan con programas de inmersión lingüística en Aragón, en los que la voluntad, el "afecto" y las ganas que ponen los profesores son cruciales.

Pedagogía

Cualquier excusa es buena para aprender. Una grapadora o una c pronunciada como una s sirve para enseñarles como se habla en Andalucía, localizar la comunidad en el mapa y conocer sus distintas provincias. Una simple j puede utilizarse para enseñar el baile típico de Aragón, hablar de las fiestas del Pilar, organizar una excursión para ver los más típico de esos días y contar alguna historia personal. Como la de una de las chicas rumanas, que lleva colgada una medalla de la virgen del Pilar que le regaló su madre hace un año, cuando todavía ella se encontraba en Rumanía.

El principio del abecedario se utiliza incluso para enumerar algunos de los periódicos y transmitirles poco a poco la cultura de nuestro país.

Los chicos están encantados con la profesora y el método, y para Puri lo más gratificante es la respuesta de los alumnos y la relación humana que llega a establecer con ellos. "Tengo exalumnos con los que quedo a tomar café para saber cómo les va y, en mis horas libre, les ayudo con sus clases de lengua", asegura.

Para los responsables del centro educativo, este programa de inmersión de inmigrantes es un gran paso para la integración pero es el primero; todavía queda mucho por hacer.