El espectacular esqueleto metálico del pabellón puente, puerta y emblema de la Expo 2008, está a punto de moverse por primera vez para iniciar su colocación sobre el cauce del Ebro. La mitad de la estructura diseñada por Zaha Hadid se ha construido en la margen derecha y sus 2.200 toneladas de peso se disponen a rodar sobre dos juegos especiales de patines hasta llegar a la isla artificial donde se sitúa el único pilar de apoyo previsto entre orilla y orilla. Esta complicada maniobra durará 53 días y hoy mismo tendrá una testigo especial: la vicepresidente del Gobierno, Teresa Fernández de la Vega, que visita oficialmente las obras del recinto de Ranillas en compañía del presidente aragonés, Marcelino Iglesias, y del alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch.

El armazón interior que se va a desplazar sobre el río mide 140 metros y en total recorrerá 125 hasta llegar a su destino. El trabajo de los 20 especialistas destinados a la compleja tarea se inicia con el pesaje de la parte del puente que va a moverse, para comprobar que las toneladas no superan la resistencia del dispositivo que tirará del gigante. En estos momentos, el esqueleto no tiene tablero; el hormigón del suelo se inyectará precisamente a lo largo de la operación de traslado, porque no podía hacerse mientras estuviera anclado en la orilla. En total, el pabellón proyectado sobre el Ebro tiene tres apoyos: dos en ambas orillas y el central en una isla en el cauce.

Durante los últimos días se han ido eliminando los apoyos provisionales sobre los que se ha construido la estructura; hoy está previsto comenzar a levantarla, pesarla, y colocarla sobre dos trenes de patines, uno delantero y otro trasero. Estos circulan por una vía empujados por gatos hidráulicos. Además, el puente está sujeto en la parte trasera por un juego de cables, para evitar movimiento incontrolado.

Los raíles no tienen un trazo recto, sino que forman una especie de zig-zag en tres direcciones distintas que se recorrerá hasta que el pabellón quede en su lugar definitivo.

En la isla central aguarda ya un enorme mástil de 40 metros que funciona como sistema de tiro. Un nuevo cable conectado a la proa del puente irá acercando la estructura al final del trayecto y lo bajará hasta el punto de apoyo definitivo.

Mientras esta parte del puente cruza el Ebro, 150 montadores y soldadores trabajarán en el otro sector del pabellón en la margen izquierda. Continúan allí los trabajos de hormigonado del tablero del puente, la protección contra el fuego de la estructura y la galería de servicios interior del puente por donde circularán todas las instalaciones.

En la derecha comenzarán los trabajos de montaje de la fachada con pruebas cuando no haya movimiento.