La gente común, cuando suben los carburantes, paga religiosamente la gasolina del coche, el butano, el gas ciudad o el gasoleo de la calefacción (además de la electricidad). Cuando lo que se empina es el precio de los alimentos, paga también (no te vas a quedar sin comer) aunque sea refunfuñando (servidor lo hace a menudo en la pescadería, pero Israel, el baranda, se lo toma a pitorreo... ¡esta juventud!).

Ya dije que la gente común respeta las leyes y paga sus hipotecas. De todas formas, si alguna vez algún miembro de esta sufrida tribu tiene la ocurrencia de pasarse de la raya, será muy fácil que le caiga todo el peso de la Ley encima. Y además le caerá a base de bien, porque los buenos ciudadanos creen que, yendo con la verdad por delante, mal será que no triunfe la justicia; pero, claro, con la verdad por delante lo único que sacas es comerte un buen marrón.

Esta gente de la que hablo, que no es ni tan rica como para montárselo por su cuenta, ni tan pobre como para limitarse a esperar la ayuda de estados o iglesias, sufre desde hace tiempo una desorientación creciente. Ve cómo sus esfuerzos y buenas intenciones chocan contra los nuevos procesos económicos y sociales. Ya no cuenta con jubilarse en la empresa donde entró a trabajar, se acojona al saber que la UE ha dado luz verde a las jornadas laborales de sesenta y cinco horas semanales y desconfía tanto de los políticos como de las administraciones públicas (incluso a los periodistas los mira con prevención, como es natural).

Fruto de ese desconcierto y de la frustración que se extiende entre las clases medias, va surgiendo una especie de reacción medio ácrata, medio conservadora, medio radical y medio desesperada. Eso es lo que convierte a la gente común en una masa inquieta que los jefes de las instituciones intentan encauzar (ayudados por sus sociólogos de cámara) y los amos de los medios de comunicación desean seducir. A veces, las estrategias políticas y mediáticas coinciden, y aparecen personajes como Berlusconi. Pobre gente común: ¡jodida y agradecida!