Jessica Palacios lleva unos dos años trabajando como conductora de ambulancias en DYA. Lamentablemente para ella, son unos, y no más de. Por dos meses, no ha podido habilitarse para seguir ejerciendo, al no estar trabajando en junio del 2012, y desde enero tendrá que dejar de ejercer su pasión de fin de semana. "Aún me da más rabia que haya sido por tan poco tiempo", lamenta.

Ella entró en DYA, como muchos, para tener experiencia que le ayudase a trabajar profesionalmente como conductora de ambulancias, que es su vocación. "Me saqué el BTP y entré en DYA. Entonces no pedían el grado medio, pero aún así me apunté, pero me quedé sin plaza. Necesitaba trabajar, porque vivo sola, así que me puse a ello, pero quería seguir haciendo lo que me gusta aunque fuese los fines de semana. Ahora no podré", explica.

"Yo trabajo, no puedo ir a las clases nocturnas, y por no llevar dos años no puedo habilitarme. Aquí muy pocos podrán, porque en el voluntariado casi no hay veteranos, vamos rotando. Pero es que no entiendo por qué tienen que pedir tanto, si yo ya pasé un curso interno difícil. Hasta que no ven que estás completamente preparada no empiezas a conducir. No ha habido ningún percance que justifique que cambien la norma", opina.

Saturación

Además, no ve claro cómo va a sostenerse el sistema de atención de las emergencias en Zaragoza, que conoce bien. "Trabajamos con el 061, que ya está bastante saturado por falta de personal. Si no nos pueden encargar cosas a nosotros, no sé cómo lo van a hacer".

Tampoco ve claro su futuro como voluntaria, habida cuenta de que no va a poder hacer lo que le gusta: "Te metes en el voluntariado porque te motiva el ayudar a la gente. Aunque ahora pueda ir en la ambulancia como técnico, ¿quién va a conducir? Yo vine para ayudar, no para que me amarguen la vida. A partir de enero, no sé qué voy a hacer, como no venga a comer pipas..."

En el otro lado de la barrera está Daniel Alda, uno de los pocos casos de voluntario que lleva el suficiente tiempo como para poder habilitarse como conductor. Pese a que él ha tenido la suerte de poder seguir haciendo lo que le gusta, su opinión sobre la norma no difiere mucho de la de su compañera.

"Yo soy un caso extraño", admite, riendo, este miembro de la junta de DYA Zaragoza. "Llevo en la asociación desde el 2005 y he ido pasando por distintas secciones, aunque llevo mucho tiempo en ambulancias. Aquí tenemos una buena formación, al año pasamos como mínimo por un curso específico, que a los veteranos nos sirve de reciclaje. Los hemos tenido de atención de urgencias cardiacos, respiratorias, de ictus, de manejo del DESA (desfibrilador)...", enumera. Esto posibilita que un estudiante de Electricidad como él pudiese formarse para su vocación, ayudar a los demás.

"Mi inquietud es que el voluntariado sanitario es de tránsito, y si ya estamos pocos conductores, aún se irán más", explica. "Aquí, o en Cruz Roja, se han formado muchos que luego han acabado en Ambuibérica. Tenemos mucha experiencia como entidad que ahora, sin embargo, podría desperdiciarse", lamenta.

De hecho una de las soluciones que buscaron ambas entidades es habilitarse como formadoras, pero ninguna lo ha conseguido, según confirmaron sus gestores.

"En DYA no tenemos subvenciones fijas, no nos podemos permitir pagar la formación de socios para poder mantener el nivel de conductores . Yo entiendo que la ley es la ley, pero que se pongan en mi lugar como dirigente. A alguien como Jessica, que lleva dos años ayudando, ahora qué le digo. ¿Muchas gracias, pero vete?", se pregunta. "Aquí, al contrario que en otras provincias, DYA solo tiene este servicio, no podemos derivarlos a Obra Social".