El embarazo de Vanessa coincidió con un ERE en su empresa, por lo que su despido vino rodado. Tuvo que buscar trabajo embarazada. "Yo intentaba dejarle a la niña a mi hermana pero era imposible, claro", recuerda entre risas. Y sonríe, sobre todo, porque es muy afortunada. De todas las entrevistas que hizo coincidió que en la Asociación de Madres Solas (Amasol) necesitaban a una trabajadora social. El horario de la asociación coincide con el de la guardería de su pequeña de nueve meses. "Me apaño bien. Soy la primera en dejar a la niña y la última en ir a buscarla pero no he faltado nunca a trabajar. El mito de que las madres solas faltamos más al trabajo es falso. Te salen recursos por todas partes, necesitamos el dinero y luchamos por nuestro trabajo", afirma.

Vanessa trata todos los días en su trabajo con mujeres que tienen que hacerse cargo de sus pequeños y no tienen un empleo para mantener a su familia. Insiste en que lo importante no es que den ayudas o becas a mujeres en su situación, sino que se fomente el empleo entre este colectivo en situación de vulnerabilidad. "Yo tengo suerte porque tengo un trabajo a jornada completa y llevo a mi hija a una guardería pública, pero trabajando cuatro horas no pagas los gastos. Casi ni con un sueldo de 800 te llega, necesitas los 1.000 euros netos", subraya.