El Museo Thyssen acaba de presentar una muy interesante exposición sobre Impresionismo americano, que vale la pena visitar en su sede madrileña.

Históricamente ha sido a los pintores franceses, Manet, Pissarro, Gauguin o Renoir, entre otros, a quienes se ha atribuido en mayor medida este movimiento pictórico, el impresionismo, cuyas pinceladas, buscando nuevos trazos y dimensiones, otra realidad, cambiaron el curso de la pintura, introduciéndola en los ismos y vanguardias del siglo XX.

Uno de los cuadros que puede admirarse en la exposición, En el huerto, de Edmund Tarbell, resume la relación de los artistas norteamericanos con el impresionismo. Tarbell pintó este óleo en París en 1886, pero luego, a su regreso a Estados Unidos, decidió añadirle algunas figuras y detalles que lo transformarían en una obra típicamente americana.

Casos bien diferentes fueron los de otros dos impresionistas compatriotas suyos, Mary Cassat y John Singer Sargent, quienes, desde un principio, trabajaron codo con codo con los maestros franceses. Tras ellos vendrían otros muchos pintores, aunque el primero que conseguiría abrirse, no sin grandes dificultades, camino en Europa, sería Whistler. Nacido en Massachussets, se presentaba en el París de mediados del XIX, donde trabajó estrechamente con Degas y Courbet, como oriundo de San Petersburgo. Frank Benson, William Merritt Chase, Cecilia Beaux, Theodore Robinson, Thomas Dewing o Dennis Miller Bunker fueron otros tantos impresionistas norteamericanos que siguieron su camino y cuyos cuadros más emblemáticos pueden admirarse en el Museo Thyssen, en esta extraordinaria y contextualizada muestra.

La visita artística a Madrid puede completarse en Fundación Mapfre con otra magna exposición, en este caso dedicada a Sorolla. El genio valenciano está representado en todo su esplendor, con los cuadros de gran formato que la Hispanic Society of New York le encargó sobre temas españoles, y con sus marinas levantinas, explosivas de luz y color.

Tampoco desdeñen entrar a la Colección Abelló, cuyas piezas les deslumbrarán por su calidad y número. De Francisco de Goya a Francis Bacon, el recorrido de esta pinacoteca particular impresiona desde su primera sala, dedicada al costumbrismo madrileño, hasta la última, consagrada al cubismo.