La regeneración urbana y la revitalización de los barrios más deprimidos de la ciudad es, desde hace algunos años, uno de los objetivos primordiales de la política municipal así como de las asociaciones de vecinos, de comerciantes y de otros colectivos. "Dar vida" a sectores como San Pablo o La Magdalena han estado los primeros en la agenda de estas organizaciones, que invierten gran parte de su presupuesto en "sacar de la pobreza" las partes más marginadas de la ciudad.

No es raro ver que esta revitalización llega a través de la instalación de nuevos negocios de corte creativo. Tiendas de diseño gráfico, librerías selectas, ropa vintage o muebles de segunda mano han llenado algunos locales que se encontraban en desuso, muchos de ellos con alquileres muy asequibles por situarse en uno de estos barrios degradados.

Esta transformación ha generado empleo y flujo comercial en unas zonas en las que pequeños establecimientos tuvieron que echar el cierre hace años. En estos barrios, que suelen ser siempre céntricos, se produce así un proceso de revalorización de la zona que puede conllevar un progresivo desplazamiento de los residentes originales del sector debido a la posible subida de precios del alquiler al convertirse "en un lugar de moda" que está siendo poblado por personas con un nivel adquisitivo mayor.

MIEDO

Este peligro es el que temen algunos barrios como San Pablo. Desde la Asociación de Vecinos Lanuza-Casco Viejo ya han mostrado su miedo por que algo parecido suceda en su zona. Por el momento no afirman que exista un proceso de "gentrificación" --término que define esta tendencia-- sino que están analizando la situación del momento y valorando las repercusiones que está teniendo el nuevo tejido cultural que se está formando en la zona y que desde hace un año ha parecido expandirse a calles como San Pablo o Las Armas.

"No queremos que suceda como en otros países o como en el Born, en Barcelona, o en Madrid con Malasaña y Chueca", explica Alberto Lostres, presidente de la entidad vecinal. En ningún caso acusan a los emprendedores de ser causantes del problema, pero quieren saber si detrás de esos pequeños locales hay alguien con el interés de convertir San Pablo en un barrio de "alto standing".

El nuevo sector empresarial de San Pablo no cree que se vaya a producir una gentrificación en el futuro y no ven que se haya desplazado a ningún vecino "de los de toda la vida", de hecho valoran de forma positiva el crecimiento que están sufriendo algunas calles.

"Para hablar de gentrificación habría que hacerlo de intereses inmobiliarios y El Gancho ha sido uno de los barrios donde más mafias inmobiliarias existieron hace 25 años. Se echaba a gente de su casa con técnicas poco éticas. Llamar gentrificación a que los emprendedores vengamos a ganarnos la vida no creo que sea lo más correcto. Igual habría que hablar de activación comercial", argumenta Alfredo Martínez, creativo instalado en la calle Las Armas.

EMPRENDEDORES

Intereses inmobiliarios o no, algunos emprendedores afincados en la misma calle sí recuerdan que quien les propuso instalarse ahí les prometió que la zona se convertiría como por arte de magia en el barrio cultural y de moda de la ciudad.

Beatriz Barbero, propietaria de El Armadillo Ilustrado, insiste en que no se ha desplazado a nadie del barrio y que los nuevos locales "han dado vida a la zona". Un ambiente diferente que no se puede encontrar en otros barrios. Por ejemplo, Martínez subraya que "se organizan actividades nada excluyentes".

Elena Áurea, regente de la librería El baúl de Melquiades, reconoce que sus clientes no suelen ser del barrio pero "es positivo que se acerque gente de fuera". Además, la librera cree que la zona se revitalice puede fomentar "que gente del barrio se anime a abrir negocios". "La panadera de esta calle se jubiló hace poco y me reconoció que le dio pena hacerlo en un momento en el que estaba teniendo las mejores ventas en años".