La contundencia de los informes forenses y de la Guardia Civil han llevado a la Fiscalía a aumentar a 23 años de prisión la petición inicial de condena para Pablo Miguel Canales, que desde el martes está siendo enjuiciado por asesinar, decapitar y quemar a Eduardo Montori, alias Falconetti, en el año 1996 en Ejea de los Caballeros (Zaragoza). El representante del ministerio público ha considerado, al concluir la segunda sesión de la vista oral, que el encausado es autor de un delito de asesinato en los que concurren las agravantes de ensañamiento y alevosía (la víctima no pudo repeler el ataque al estar tumbada sobre la cama y bajo los efectos del alcohol, y recibió 17 puñaladas que le afectaron a órganos vitales). El abogado de la familia de la víctima, Javier Notivoli, ha mantenido la petición de 20 años de cárcel y, por su parte, el encausado (defendido por Javier Elía) volvió a proclamar su inocencia en la última palabra.

Hoy ha sido un día clave en la resolución de este crimen cometido hace 20 años y que estuvo a punto de prescribir sin resolverse. Ante el Jurado encargado de dictar el veredicto (que está previsto para mañana jueves o el viernes), los agentes de la Guardia Civil han explicado cómo, gracias a los avances tecnológicos, las fotografías realizadas en 1996 en la escena del crimen pudieron ser analizadas con mayor detenimiento y detalle. Esto llevo a que unas huellas de la palma de la mano izquierda, situadas en una de las paredes de la habitación en la que apareció Eduardo Montori, pudieran ser ampliadas y cotejadas con mayor detenimiento con la de los sospechosos de entonces, cinco en total. Todos fueron descartados salvo uno, que fue Pablo Miguel Canales, quien, casualmente, alardeaba y amenazaba a las gentes del municipio de la comarca de las Cinco Villas de "cortar cabezas". Un detalle que no era baladí, debido a que Montori, su compañero en las noches de fiesta y drogas, fue hallado sin cabeza, la cual nunca ha sido encontrada.

Una prueba aportada por la Policía Judicial de la Guardia Civil que fue avalada en los laboratorios de criminalística que tiene este cuerpo en Madrid. Los dos especialistas que analizaron las huellas meses atrás han asegurado que "sin ningún genero de dudas" la huella ensangrentada de la pared pertenece a Canales. "Hay 12 puntos característicos de su mano que coinciden", han apuntado.

Por si fuera poca comprobación, los especialistas del Instituto de Medicina Legal de Aragón (IMLA) también analizaron dichas huellas que, en opinión de los mismos, responden al momento en el que el acusado perdió el equilibrio mientras atacaba a Montori y se apoyó con su mano izquierda en la pared. Han descartado cualquier tipo de copia y pega, tal y como aseguró el procesado en la primera sesión del juicio.

Los forenses también han resaltado que Eduardo Montori tuvo una defensa "mínima" y que sufrió un "ataque máximo, sorpresivo y rápido". Fue apuñalado en 17 ocasiones, degollado y, antes de ser calcinado, le arrancaron la cabeza.

En su última palabra, Pablo Miguel Canales, ha vuelto a declararse inocente. "Yo no he matado en mi vida a nadie y mucho menos a Eduardo, que era amigo mío y que espero que descanse en paz", ha concluido. También ha vuelto a asegurar que su enjuiciamiento es por culpa de la Guardia Civil actual, que no la que investigó el caso en 1996 porque "vio que la huella palmar no era la mía".