El reglamento de las Cortes de Aragón ha adquirido esta semana un protagonismo inaudito. En la primera sesión plenaria del jueves fue por el uso del artículo 240 por parte del Gobierno para intervenir en los plenos y que soliviantó al PP, que llegó a hablar de «menoscabo» a la oposición. Este viernes, en la segunda sesión del Pleno, las normas del Parlamento aragonés se llevaron las atenciones porque Ciudadanos se quedó sin preguntarle nada al presidente del Gobierno de Aragón, Javier Lambán, por no presentar a tiempo la pertinente pregunta.

«Fue un error humano», insistían desde el grupo parlamentario liberal, tratando de explicar que la persona encargada del asunto envió la petición a las 9.33 horas, tan solo tres minutos después de que expirase el plazo para hacerlo, el pasado martes. Querían evitar desde Ciudadanos que se entendiera que la ausencia de pregunta fuera sinónimo de falta de interés o de voluntad de preguntarle al presidente aragonés por tantas de las cosas que preocupan a los aragoneses. Más aún después de que en la primera sesión Pérez Calvo se apresurase a reclamar que no se le metiera en el mismo saco de la oposición del Partido Popular.

Tanto fue así que el partido liberal reclamó al resto de grupos hacer una «excepción» a la norma para poder formular su pregunta. Pero quienes cada vez más capitalizan el ejercicio real --y tradicional-- de la oposición, los populares, se opusieron a que los naranjas pudieran plantear una cuestión registrada fuera de plazo. También se opuso Vox, y sin el acuerdo de todas las fuerzas, Daniel Pérez Calvo se quedó sin su diálogo con Javier Lambán.

«Es algo que nos ha pasado a todos, se te pasa un plazo para presentar una enmienda o registrar una moción, o la registras un minuto tarde, y apechugas con ello», insistieron fuentes del Partido Popular, que subrayaron la importancia de «cumplir y que se cumpla el reglamento». Si no, aseguraron, «se crea el precedente de que más veces se puedan tener en cuenta cuestiones presentadas fuera de plazo». «Por coherencia y por ser serios con el reglamento, y porque tenemos que ser ejemplares. Si a un ciudadano se le pasa un plazo para presentar una subvención, se queda sin ella», reflexionaron.

Si se amplía el foco fuera del Palacio de la Aljafería, el encontronazo (reglamento mediante) entre PP y Ciudadanos se produce en una semana complicada para las relaciones entre ambas formaciones tras el fichaje de Toni Cantó para la lista electoral de la candidata del PP a la presidencia de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Es uno de los últimos nombres que se suma a las filas populares después de la OPA hostil iniciada por Teodoro García Egea llamando a cargos y militantes a acercarse al PP, que tiene las puertas abiertas para todos ellos.

Así, mientras el PP preguntó por las ayudas a los sectores más afectados por la crisis; Vox sobre el Mecanismo Conectar Europa; e Izquierda Unida, sobre un sistema fiscal para un crecimiento inclusivo y sostenible; Ciudadanos no preguntó sobre nada al presidente en este pleno.

Además del reglamento, las formas también reclamaron su cuota de atención. Fue en el ya habitual rifirrafe de la consejera de Sanidad del Gobierno de Aragón, Sira Repollés, con la siempre incisiva portavoz del PP del área sanitaria, Ana Marín. La titular de Sanidad se pasó casi sin querer del usted al tú, mientras Marín trataba de arañar algún dato más sobre las vacunaciones contra el coronavirus en Aragón.

Las palabras de Celaá

Además del reglamento y de las formas, el voltaje subió en las Cortes de nuevo de la mano del Partido Popular. La diputada Pilar Cortés --que en anteriores legislaturas fue parlamentaria en el Congreso-- llevó al hemiciclo las palabras de la ministra de Educación, Isabel Celaá, que reprochó al diputado del PP Juan José Matarí, quien tiene una hija con síndrome de down, que no sabía de lo que hablaba. La popular exigió al consejero de Educación, Felipe Faci, que se desmarcara de la «falta de empatía indigna» y de la «falta de humanidad de la ministra de Deseducación».

Pero Faci no entró al trapo, sorteó el envite e insistió en que su labor está «en el Gobierno de Aragón, aunque ustedes me quieran llevar al Congreso».

A veces, durante algunos minutos, Aragón se parece a Madrid. Pero la sangre no llega al río y el debate se encauza sin más tensión que algún que otro duelo dialéctico en el área económica, con la dupla de la consejera de Economía, Marta Gastón, y su ariete particular, el diputado del PP, Javier Campoy.

Por suerte, después de todo, los decibelios bajan y se puede ver a consejeros y adversarios políticos tomando café de manera distendida. Menos mal que nos queda la cafetería.