Negra y con aspecto rugoso por fuera, marrón oscuro con vetas blancas por dentro y un aroma que la hace única. Así es la trufa negra o Tuber melanosporum, también conocida como el oro negro de Aragón o el diamante negro de la cocina, un producto considerado como uno de los más exquisitos del mundo. Aragón puede presumir de ser el mayor productor y exportador mundial de este alimento, y que seguirá siendo después de que la campaña de recogida, en las provincias de Zaragoza y Teruel haya finalizado con «buena cantidad y buena calidad», según afirmó el presidente de la Asociación de Truficultores de las comarcas de Zaragoza (Truzarfa), Jesús López.

En todo el territorio aragonés hay como unas 10.000 hectáreas de plantación trufera, estando en Teruel, pionera de la nueva truficultura, la mayor superficie cultivada y en producción de España de este manjar gastronómico. «El 95% de la trufa de Aragón está en la provincia de Teruel», destacó el presidente de la otra asociación aragonesa del sector, esta vez la turolense (Atruter), Julio Perales. Quien por otro lado también expresó que la cantidad había sido la adecuada, «más o menos la del año pasado» --aunque todavía desconocen los datos exactos--, y que había salido «muy buena trufa» en cuanto a la calidad.

Los precios y el frío, lo peor

A pesar de que la recolecta (que dura desde mitad de noviembre que se abre la temporada hasta mitad de marzo que se cierra, o incluso hasta abril) terminó con muy buenas previsiones, López incidió en que todo habían sido buenas noticias en la última campaña. «Ha ido mal en cuanto a los precios, porque los restaurantes han estado medio cerrados y la venta ha sido muy mala, a pesar de que hayamos vendido todo lo que hemos sacado. Con la hostelería cerrada ha sufrido mucho», recalcó.

No fue el único contratiempo que sufrió este producto estrella de la comunidad, sino que la climatología, especialmente a comienzos del 2021 con el temporal de Filomena y las heladas, hizo mella en el cultivo aragonés. «El frío llego a helar alguna trufa, si bien al final de campaña la climatología ha hecho que la calidad fuera peor», aclaró el presidente de los truficultores zaragozanos. Asimismo, manifestó que la producción ha sido mejor en las zonas de regadío que en las plantaciones de secano. «Han salido más kilos», reconoció López.

La trufa negra de Aragón comienza a salir en el mes de octubre, y el cultivo se extiende hasta, mínimo, mediados de marzo, pero antes hay que desarrollar todo un proceso de plantación que conlleva mucho tiempo, una gran inversión y que el terreno cumpla una serie de características concretas. «Tiene que ser un terreno cálido, tiene que estar en altura por encima de 650 o 700 metros, zonas frías donde no haga mucho calor, y luego hay que esperar seis o siete años hasta que la plantación de la primera trufa», relató López. «Hablamos de que es un cultivo caro si no reciben subvenciones, porque, además, no sabes que pasará hasta que empiece a salir la primera trufa. Y hay que contar también con el regadío, porque si no tienes una explotación donde poder regar, es difícil que salga el producto», añadió.

Las ayudas al sector parece que no llegan pero, a pesar de todo, una nueva campaña del oro negro de Aragón termina con buenos resultados, y la comunidad podrá seguir ofreciendo este producto tan exquisito para los paladares.