La sanidad rural en Aragón está afrontando otro verano con unas plantillas muy ajustadas, en las que los sanitarios también deben coger vacaciones, para atender a una población que se triplica en muchos casos en este periodo estival. Esta situación obliga a muchos centros de salud a hacer cábalas para llegar a cubrir todos los centros de su zona, a «cuadrar muy bien» los descansos para que «siempre» haya alguien y a modificar, dada las circunstancias, los horarios en los consultorios de muchos pueblos.

La población se dispara, pero los profesionales son los mismos «que en los últimos 18 meses», en medio de una sexta ola que afortunadamente ya remite, pero siempre con el miedo a los rebrotes por las reuniones veraniegas. «Aquí, además, tenemos una plaza libre porque se jubiló un compañero en mayo y otra chica está de baja por maternidad. Nos turnamos, pero es complicado y hay mucho trabajo», explica a este diario Pilar Borraz, médica de familia en el centro de salud del Mas de las Matas (Teruel) y portavoz de Atención Primaria Rural del sindicato aragonés Fasamet.

Inmediaciones del centro de salud de Mas de las Matas. SERVICIO ESPECIAL

Su zona básica de salud comprende 14 localidades, que tienen que atender entre tres médicos titulares de Primaria («la jubilación ha sido cubierta con ningún sustituto», matiza Borraz) que están de mañanas, dos de Atención Continuada de tardes, así como dos enfermeras de Continuada y una tercera que «pivota» en función del trabajo. «Yo llevo cuatro pueblos y hacemos una mínima diaria de 70 kilómetros en coche. Es población muy dispersa, con gente muy mayor. Intentamos llegar a todo, pero es difícil», insiste la sanitaria.

Un descanso merecido

La vida en estos momentos está en los pueblos, en pleno puente de agosto y tras una pandemia «que ha cambiado la forma de irse de vacaciones», según Borraz. «Si eso ha cambiado y el covid sigue ahí, se podrían valorar refuerzos de personal porque la población se mueve mucho. Hay pueblos con 50 o 60 empadronados y ahora hay más del doble. Si pasa algo, los sanitarios somos los mismos. Pero también necesitamos descansar y desconectar», indica esta médica.

Los consultorios médicos rurales siguen abiertos, pero dadas las limitaciones algunos tienen que modificar sus horarios habituales de invierno para adaptarse al verano. «En el centro de salud, sí o sí, siempre tiene que haber un profesional médico y otros de enfermería, pero claro en algunos pueblos nos vemos obligados a cambiar horarios según los recursos. Entiendo que haya quejas o los vecinos nos reclamen, intentamos llegar a todo lo mejor posible, pero esto es una lucha constante», explica Borraz.

Ella terminó su residencia en el hospital Miguel Servet en 2009 y siempre tuvo claro que quería trabajar en el medio rural. Estuvo en Calanda, en Andorra y desde el 2015 ejerce en Mas de las Matas. «Me he criado en un pueblo, soy hija de médico rural y soy feliz aquí, a pesar de todo», asegura. Tiene claro que la situación «podría ser mejor» porque la Atención Primaria «necesita que se le dé una vuelta y una reforma integral», asegura. «Es la base de todo, la primera puerta a la que acude el ciudadano y ahí hay que poner recursos. Siempre hemos sido el patito feo de la sanidad y la pandemia ha demostrado nuestra importancia», apunta Borraz.

La población, en general, respeta las normas

En Mas de las Matas el covid también se ha dejado notar, aunque «en general» la población ha respetado mucho las normas. «Ahora tenemos casos, pero no tantos como en octubre, que fue cuando más», apunta. A su trabajo diario de analíticas, controles y seguimiento de pacientes, sobre todo crónicos, se ha sumado en el último año las labores de rastreo, las pruebas o la vacunación en última instancia. «Trabajo hay, pero hace falta gente. Los sanitarios que a veces no eligen pueblos deberían conocer la sanidad rural. Nadie te va a ir a buscar a tu casa para ofrecerte un trabajo. No puedes empezar desde arriba, hay que probar todo», señala Borraz en relación a la gente que, en ocasiones, opta por centrar su inicio laboral en la ciudad o en los hospitales.

Por otro lado, la población «se adapta» a los posibles cambios que puedan producirse en la sanidad rural en verano. «La situación se comprende, porque además no es algo nuevo. Se está atento a cuándo viene la médica y si es muy urgente, ya sabemos que hay que ir a Teruel o a las urgencias más cercanas», explica a este diario Ignacio Martínez, alcalde de Allepuz. En esta localidad turolense, por ejemplo, son 80 residentes en invierno y ahora tienen una población de entre 300 y 400 personas.

Un cartel en el consultorio de Allepuz ya avisaba ayer de que el lunes es festivo. | SERVICIO ESPECIAL

Su consultorio rural depende del centro de salud de Cedrillas y el médico acude, en invierno, todos los días a las 10.30 horas y luego se va hasta Villarroya de los Pinares. Además, una vez por semana o cada dos pasa por Miravete de la Sierra. Lo mismo hace la enfermera y la farmacéutica. Para el próximo lunes, que es festivo, el médico ya ha dejado una nota en la puerta del consultorio (ver foto) de Allepuz avisando a la población de que el 16 de agosto no pasará por el pueblo.

«Estamos hablando de una cobertura asistencial que está pensada para 80 personas y es obvio que ahora no estamos en esa circunstancia», apunta Martínez, quien señala que «en líneas generales» la gente está cumpliendo con las normas y respetando las medidas para evitar cualquier contagio o transmisión de covid.

La vivienda del consultorio médico de Allepuz, en Teruel. SERVICIO ESPECIAL