Siempre lo llevan en el bolsillo, no se separan más de un metro de él, ni de día ni de noche. Muchos de ellos incluso se sienten indefensos si se lo dejan en casa, pero cuando se trata de contestar o realizar una llamada, los millennials huyen del teléfono como si de su peor temor se tratara.

La ansiedad a la hora de contestar o realizar una llamada de teléfono es un fenómeno cada vez más extendido entre los millennials y la generación Z. Así lo demuestra el estudio Generation mute, millennials phone call statistics, que entrevistó a más de 1.200 jóvenes sobre sus hábitos de comunicación. Los resultados son claros: un 81% de los consultados siente ansiedad antes de realizar una llamada telefónica y un 75% estima las llamadas de teléfono una intromisión en su vida cotidiana que consume demasiado tiempo.

 Los millennials son considerados hace mucho tiempo verdaderos nativos tecnológicos. Desde configurar la impresora hasta exprimir hasta la ultima gota de lo que sus smartphones puedan ofrecer, los más jóvenes saben hacerlo todo. Por ello incluso a los expertos les cuesta ponerse de acuerdo en cuanto a cuáles son las claves que determinan los comportamientos de las nuevas generaciones, «lo que antes tardaba una generación en cambiar, ahora en 2 o 3 años ya es completamente distinto», reconoce Juan Antonio Planas, presidente de la Asociación Aragonesa de Psicopedagogía.

Si pueden elegirlo, los millennials suelen apostar por formas de comunicación asíncronas, es decir, aquellas en las que no es necesario que ambos interlocutores coincidan temporalmente como podría ser el caso de la plataforma Whatsapp. «Ya nadie llama sin enviar una mensaje antes para ver a qué hora vas a estar disponible, los jóvenes consideran llamar sin avisar una intromisión», cuenta Planas.

Al contrario de lo que pueda pensarse, los expertos no creen que este problema venga marcado porque los millennials sean una generación débil. «Tiene que ver con la manera en la que viven, donde la tecnología forma una parte imprescindible de sus vidas» , cuenta el psicopedagogo. 

Problemas para expresarse oralmente

No es un tema de caprichos, se trata de una cuestión emocional que «tiene que ver con la inmadurez de los jóvenes, con un falta de seguridad en sí mismos». «Un joven aparentemente tiene muchos amigos, pero son virtuales. Por eso una llamada, que es un contacto mucho más directo con otra persona, le cuesta más esfuerzo», añade Planas.

El psicólogo José Francisco Mendi apuesta por una suma de factores: «La inmadurez, la inseguridad, la falta de vocabulario...». «Al final es una problemática en las relaciones interpersonales que hace que aparezca la ansiedad que, aunque es algo muy nuevo, cada vez es más común», dice.

Los expertos reconocen que la ansiedad prellamada se puede llegar a traducir en problemas serios a la hora de relacionarse en un futuro. «Si tienen problemas para hablar por teléfono, imagínate si tienen que hacer un examen oral o presentarse a una oposición o simplemente enfrentarse a buscar pareja», comenta Mendi,

Ambos especialistas coinciden en que la solución tiene que pasar siempre por la prevención en los colegios y que sea allí donde se enseñe a los más jóvenes a hacer un buen uso de las tecnologías. También desde las escuelas es donde los expertos consideran que hay empoderar a los más jóvenes para mejorar su autoestima y en su seguridad en sí mismos. «Hay que darles herramientas para que puedan ser autónomos y ser muy conscientes de los mensajes que se les dan, si desde pequeño hay mensajes negativos esto puede derivar en un fracaso años después», recuerda Planas.