Unos días antes de que ayer se abriera el museo de Barbastro con algunas de las piezas que han copado más páginas de información en los últimos años, Marcelino Iglesias pudo recorrer sus estancias con las 66 obras de las parroquias alto aragonesas que permanecieron en Lérida hasta que tras numerosos recursos judiciales volvieron a Aragón. Fue una tarde emocionante para Iglesias, que había inaugurado ese museo en diciembre de 2010 tras años de intensos debates políticos derivados del pleito con la diócesis leridana. Un museo que costó diez millones de euros y que estaba incompleto. Hasta ahora, que se exhiben parte de esas obras, algunas de incalculable valor histórico y artístico.

Iglesias no faltó a una cita en la que no podía dejar de estar, pero fueron otros los protagonistas encargados de cumplir su viejo sueño. Dos viejos amigos que han cooperado hasta conseguir esta victoria. Una victoria todavía parcial, puesto que Lérida sigue recurriendo con insistencia todas las sentencias en su contra y hasta que no se dé carpetazo definitivo al pleito no se puede cantar victoria. Estos amigos son el presidente de Aragón, Javier Lambán, y el actual obispo de Barbastro, Ángel Pérez. Paisanos y colegas, tuvieron el privilegio de reinaugurar este museo. Pérez hizo de emisario directo del Papa, con el que estuvo en el Vaticano hace dos días, y le hizo llegar un regalo de Francisco: un rosario y una felicitación. Quién sabe si un presente recién llegado de la Santa Sede puede devolver la fe al dirigente socialista. Una fe que sí ha tenido, junto al Departamento de Cultura y los responsables del museo, en la obstinación y el convencimiento de que el día de ayer llegaría. 26 años han pasado desde que un decreto vaticano reintegró a 43 localidades aragonesas que pertenecían a la diócesis de Lérida a la de Barbastro y 26 años han transcurrido de pleitos y polémicas ante la negativa del consorcio leridano a cumplir el decreto que obligaba a reintegrar las parroquias con sus bienes.

Otro protagonista es el vicario general y director del museo, Ángel Noguero, quien dio las explicaciones artísticas sobre algunos de los principales tesoros de la colección. Joyas del románico y el gótico, como el frontal de Tresserra, el altar de San Hilari de Buira, la virgen de Zaidín o la arqueta de Buira.

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También se han recuperado las tablas del retablo de Binaced, en las que aparecen curiosidades como unos zuecos pintados por clara influencia holandesa para una tierra, la literana, en la que no se han usado nunca. La imagen de estas tablas ha sido la escogida por Noguero para confeccionar su felicitación navideña, quien no ocultaba ayer su satisfacción por ver en las paredes y las vitrinas parte del patrimonio colectivo de muchas parroquias altoaragonesas que vieron como a finales del siglo XIX se vaciaban sus templos para enriquecer de obras de arte la diócesis leridana que presidía el obispo Meseguer.

Las obras reintegradas se mezclan con otras piezas que ya tenía el museo, en un coherente espacio museístico sobre esta parte oriental de Aragón, con un románico esplendoroso. Se puede intuir cuáles son las piezas repuestas por su majestuosidad y porque en muchas de ellas todavía falta el código QR que próximamente se insertará en cada ficha identificativa para que el visitante pueda conocer un poco más de cada una de las piezas.