Ir de bares en Zaragoza no es una novedad. La tradición está presente y las tapas también, sobre todo los jueves por la noche en La Magdalena. Pero hay un distrito en la capital que quiere protagonismo, en concreto la calle Bruno Solano, que se ubica en la zona de la Universidad, muy cercana a la plaza San Francisco y dicha parada del tranvía.

"Hasta que empezaron las obras del tranvía esto era una zona de tapeo, en ese momento paró un poquitín la actividad", cuenta Félix, propietario de uno de los restaurantes que han puesto en marcha esta iniciativa y uno de los más conocidos por sus 20 años de historia, La Jamonería. El transporte público que ahora es una fortaleza para ellos, porque da facilidad para acudir a citas por la zona a vecinos y vecinas de otros barrios, en su momento fue lo que marcó un cambio en la manera de consumo. "Antes los clientes iban a un sitio, luego a otro y luego a otro, ahora si se sientan en el mío allí se quedan", cuenta Félix.

Añade que "se ha perdido la costumbre de ir a varios sitios de tapas" y que "si van de tapas, las toman todas en el mismo local". "Se ha acostumbrado la gente a otra manera de actividad", sentencia para asegurar que es por eso mismo que surge la iniciativa 'Una noche con Bruno': "Queremos retomar ese movimiento que en su día tuvimos, darle un poco más de alegría".

El nombre de esta actividad viene precisamente por cómo se denomina la calle, Bruno Solano, y explica Félix que buscan "que la gente recuerde el nombre de la calle". "Si no dicen 'organizaron un eso de tapas pero no recuerdo dónde'", asegura el hostelero. A este nombre le acompaña la coletilla 'Una noche con química', que "viene de que hay buen rollo entre las personas". 

En este sentido, Félix asevera que "si no hubiera buena relación no se hubieran apuntado" y hace recuento de los bares de la calle para concluir que todos están apuntados: El Bandido, el Antiguo Scualo, La Jamonería, La Lonja de Amelie, Casa el Pescatero, Casa Nogara, Thacrown, Vita Taberna Gastronómica, El Peiron de la Manduca y El Organillo.

"Hay un establecimiento de queso, otro de marisco, otro de tapas elaboradas, nosotros guisos tradicionales y jamón de bellota… No somos competencia pura y dura"

"En un primer momento hubo alguno que no quería, pero al final estamos toda la pandilla", afirma orgulloso y añade riendo que los que en un principio fueron más reacios "igual dirían 'van a estar todos y yo no, van a pensar que soy raro'". Y así acabaron uniéndose para poner en marcha esta iniciativa que comenzó el 13 de enero y que no tiene fecha de caducidad. Si funciona bien, los hosteleros de Bruno Solano le darán continuidad.

Además, Félix no ve a sus "compas" como competencia aunque también se dediquen a la hostelería. Lo bueno de la iniciativa es que el cliente tiene a su disposición mucha variedad: "Hay un establecimiento de queso, otro de marisco, otro de tapas elaboradas, nosotros guisos tradicionales y jamón de bellota"… "No somos competencia pura y dura", recalca el de La Jamonería y asegura que aunque se dediquen a "lo mismo" cada uno tiene "su especialidad". "No me parece mal intentar hacer equipo para intentar que nos vaya a todos un poco mejor", apunta en este sentido.

La acogida entre los zaragozanos y zaragozanas

Aunque la actividad es muy reciente, pues se puso en marcha el jueves pasado y todavía no ha vivido su segunda jornada, el ambiente fue bueno y hubo intresados en tapear, preguntando por esa especie de juepincho en cada uno de los establecimientos a pesar de que "hacía un frío que para qué". "Había menos gente de lo que debería ser", explica Félix, y no solo a causa del frío, sino que "este año está siendo muy triste el invierno".

"Desde que empezó el miedo a mitad diciembre con el covid nos empezaron a anular reservas", asegura y describe que "ha parado la marcha de hostelería normal". Por ejemplo, especifica que "el día de Reyes, que suelen salir los niños a jugar con los juguetes, no había ni uno". "Hay menos gente que otros años", concluye y asegura que "a pesar de eso el jueves hubo cuatro grupicos que vinieron preguntando por lo de la noche con Bruno". "Tal y como salió el día pensé que igual no venía a vernos nadie", cuenta orgulloso.

Así ha dado comienzo una iniciativa que se prolongará en el tiempo en caso de ser exitosa. Por el momento, el frío no invita a pasear por las calles de Zaragoza de pincho en pincho, pero aún así el objetivo está en reactivar poco a poco el tapeo en la calle Bruno Solano.