Los vecinos del entorno de los depósitos de Pignatelli de Zaragoza aplaudieron el inicio de las obras que darán salida a esta cicatriz de la ciudad, que se convertirá en una gigantesca zona verde. Una celebración que duró más bien poco. Porque al margen de las molestias que genera el ruido o el polvo que se acumula en sus ventanas, el desarrollo de los trabajos ha coincidido con la aparición de unas grietas que han despertado el miedo entre los residentes de los seis edificios de la calle Maestro Estreminia (los números 6, 8, 10, 12, 14 y 39), temerosos de que la estructura de los edificios se vea afectada.

Los técnicos del área de Urbanismo del ayuntamiento realizaron una inspección junto a los de la constructora que está acometiendo los trabajos para valorar los daños y las causas que podían haber provocado la aparición de las «fisuras», que no grietas. Así se destaca en el informe que han elaborado desde Urbanismo, que concluye que es imposible saber si los trabajos son la causa o se debe a otros motivos. Es decir, que no se sabe por qué han aparecido ya que puede deberse a varios factores.

Trabajos en la zona en las que se ubican los depósitos. | JAIME GALINDO

En cualquier caso, sí que descartan que se deba a un problema estructural de los edificios, de 1940. Este era uno de los principales miedos de sus habitantes, que ven como cada día aparecen nuevas marcas en sus paredes y techos o que las que ya existen se hacen más grandes.

Tanto la constructora como la promotora Aedas Homes coinciden en que se dará respuesta a los vecinos y se realizarán todas las actuaciones que sean necesarias para eliminar las hendiduras, que se tramitarán a través de los seguros de cada uno.

El muro entre el parque de los depósitos ha sido derribado | ANDREEA VORNICU

Primero tendrán que terminarse, como mínimo, los trabajos de compactación que se han prolongado durante meses y que podrían ser la causa de la aparición de las fisuras. Posiblemente finalicen la semana que viene.

"Cómo no van a aparecer grietas si escuchamos hasta el tintineo de los platos por la vibración"

Carmen Garcés, una de las vecinas que impulsó la plataforma de afectados, asegura que cuando las máquinas están en marcha vibra toda la casa. «Cómo no van a aparecer grietas si escuchamos hasta el tintineo de los platos por la vibración», señala, ahora más tranquila.

«Es verdad que el ayuntamiento y las empresas enseguida hicieron una inspección, pero yo sigo preocupada por la estructura del edificio porque no es normal que de repente aparezcan tanta grietas», explica.

A las obras se añade otra preocupación, y es que en los próximos meses se va a proceder al derribo del inmueble del número 4. «A ver qué pasa ahora. Estos edificios son muy antiguos y antes no se construía como ahora», añade.

Al frente a la plataforma también esta Gabriela Valenzuela, que se ha acostumbrado a vivir con las vibraciones que se producen cuando las compactadoras están a pleno rendimiento. «Se mueve todo, la tele, los espejos. Todo», asegura.

Las fisuras recorren toda la habitación. | ANDREEA VORNICU

Desde la constructora explican que se está trabajando con todo el cuidado posible a sabiendas de que hay inmuebles muy próximos y de que se está moviendo un volumen te tierra ingente. Aseguran que se están adoptando todas las precauciones posibles y, por ejemplo, no se exprimen al máximo las compactadoras, sino que se opta por la mínima potencia posible, para reducir el impacto. O esos tembleques de los que hablan los vecinos.

Las obras comenzaron hace medio año y no fue hasta final de 2021 cuando empezaron a ver las primeras hendiduras en sus casas. Resulta curioso que no han aparecido en todos los pisos. Mientras que algunos vecinos tienen fisuras en prácticamente todas sus habitaciones, como es el caso de Carmen, otros no tienen ni rastro, como le sucede a Gabriela. «Mis vecinos de rellano tienen todos», detalla.

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El hecho de que se hayan inspeccionado los inmuebles y de que se les haya garantizado una solución ha generado cierta tranquilidad en el vecindario. «Cuando te pasa algo así el polvo es lo de menos. Lo que queremos son garantías y parece que no hay más riesgos, eso nos tranquiliza un poco», explica Gabriela, que lidera la plataforma de vecinos, integrada por una treintena, y que vigila a diario el desarrollo de los trabajos.