Susana asegura que tiene «mucha suerte». ¿El motivo? Las personas a las que diagnosticaron glaucoma «más o menos con mi edad, la mayoría no conserva la visión», señala. A la aragonesa (tiene 47 años), se lo detectaron con 12, «por casualidad», señala. Acompañó a un primo suyo a la óptica y también le miraron a ella. El glaucoma es una enfermedad del ojo que le roba la visión de manera gradual. Normalmente no presenta síntomas y puede resultar en la pérdida de la visión de manera repentina. Eso le pasó a Susana, que «había perdido la visión de un ojo».

En aquella época se desconocía que a los niños les podía afectar, sin embargo el «infantil es mucho más agresivo», reconoce, porque «si se pierde la visión es irrecuperable». Es, dice, un «ladrón de la visión».

En su familia nadie conocía la enfermedad, de ahí que buscaran información y descubrieran que había un especialista en Madrid, el doctor García Sánchez. «Cogimos un tren» y allí se plantaron. Entonces «se trataban todos igual», así que en la clínica les señalaron que «la enfermedad era grave, pero la operación no era complicada». Por eso la primera de las operaciones se la realizaron en Zaragoza. Luego hubo varias más, así como otras «complicaciones quirúrgicas» y volvió a Madrid. Al final cuenta unas 9 operaciones y un trasplante de esclera. Con el ojo izquierdo «prácticamente» no ve nada, solo «el campo visual, sombras y bultos, pero es importante mantenerlo», asevera. En el derecho «tengo poca afectación», así que se puede desenvolver bien en la vida diaria.

Para ella es «una enfermedad crónica», para la que cada vez necesita «más tratamiento» porque además tiene el nervio «muy afectado». Pero salvo eso, ya no ha perdido más visión, de ahí que considere que tiene «mucha suerte». Reconoce que aún «podría perder visión» de forma paulatina pero afirma que lo que no le va a suceder es que «me levante un día sin visión».

Alrededor de 29.000 personas padecen glaucoma y hay casi otras 14.400 que no lo saben

Eso no lo piensa. Su miedo viene sobre todo porque «mis ojos están muy castigados. Es un ojo muy envejecido», reconoce. De hecho, señala de forma muy gráfica que «desde los 12 años no he metido el agua a la piscina» porque no quiere «coger una conjuntivitis»; y tiene mucho cuidado de no recibir un golpe cuando juega con sus hijas. Son adoptadas y en su decisión parte es por la enfermedad. «Fui a preguntar y nadie me contestaba» así que «no quise riesgo para mis hijos o para generaciones posteriores», reconoce, aunque fue solo uno de los factores que puso en la balanza.

Susana quiere dar el mensaje de que «hay que cumplir las revisiones y la pauta de medicación, nunca debe ser a destiempo», señala. Esta zaragozana es una de las 29.000 personas que padecen glaucoma en Aragón y más o menos hay otras 14.400 que no lo saben, aseguran desde la Asociación de Glaucoma para Afectados y Familiares. Para Susana el colectivo fue «fundamental», señala para añadir después: Cuando la descubrí al poco de crearse se me abrió el mundo porque toda mi vida había estado sola», porque era una enfermedad «de mayores», sin embargo para ella «ha sido para toda la vida».

Una de las luchas de la asociación es la visibilización de la enfermedad y también la prevención, además de que se considere una «enfermedad crónica» ya que hay que tomar mucha medicación y hay tratamientos como la crema o los colirios que «no entran en la seguridad social».