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Tres alumnos del colegio de Ansó caminan por una de las calles de este pueblo altoaragonés, en una foto de archivo.ANGEL DE CASTRO

REPORTAJE

Con el pueblo en el corazón

Las prácticas en el mundo rural generan un arraigo con el entorno y abren la posibilidad a que los jóvenes, una vez terminado el periodo, opten por quedarse a vivir en los municipios

Para vivir en un pueblo hay que sentirlo antes, hay que recorrer sus calles y hay que escuchar su silencio. Hay que estar en él para saber que la vida rural te genera un arraigo tan fuerte que te lleva a quedarte en él para siempre.

Ese vínculo puede generarse a través de las prácticas del Erasmus Rural, un programa que fue ideado por la Universidad de Zaragoza y la Diputación Provincial de Zaragoza en 2018 y que en 2021, tras ampliarse a las tres provincias, llevó a jóvenes universitarios por más de 50 pueblos de Aragón.

Objetivamente, este proyecto es un aprendizaje laboral con un periodo de tiempo limitado, pero también puede derivar en una salida laboral e incluso en un proyecto de vida.

La implicación de las entidades es fundamental y en 2021 en la Universidad de Zaragoza se recibieron 222 solicitudes para participar en el Erasmus Rural.

La experiencia del Erasmus Rural no es solo ir al pueblo, cumplir con las horas y volver a la ciudad. Subjetivamente, de las prácticas subyace una perspectiva de lucha contra la despoblación, de querer fomentar la vida en el medio rural y de que, en algunos de los casos, pueda surgir un flechazo entre el estudiante y el entorno para quedarse a vivir.

Quizás esto ocurra en el menor de los casos, pero todo suma y de las cifras se deduce un alto interés. La implicación de las entidades es fundamental y en 2021 en la Universidad de Zaragoza se recibieron 222 solicitudes para participar en el Erasmus Rural.

El abanico de opciones y lugares para abrir el corazón de los pueblos a los jóvenes es casi tan amplio como grados, másteres y estudiantes tiene la Universidad de Zaragoza.

Desde prácticas en una empresa de piensos, en un balneario, en una fábrica de quesos o en una sociedad cooperativa hasta experiencias en el apartado de documentación de ayuntamientos, en asociaciones para recuperar los olivos o en un centro de salud. Desde Bielsa, Colungo, Ansó, Utrillas, Torrijo de la Cañada, Cantavieja y Castellote hasta Morés, Herrera de los Navarros, Belchite, Gelsa y Azuara hasta Quinto, Oliete o Mainar.

El abanico de opciones y lugares para abrir el corazón de los pueblos a los jóvenes es casi tan amplio como grados, másteres y estudiantes tiene la Universidad de Zaragoza.

Entre 2018 y 2020, el Erasmus Rural se desarrolló solo en la provincia de Zaragoza con unas becas que crecieron progresivamente. De las 13 del primer año se llegó hasta las 41 en 2020. Ya el año pasado, con la ampliación de este plan propio a todo Aragón, hubo 49 alumnos en Zaragoza, 25 en Huesca y 12 en Teruel. En total, 86 beneficiarios.

De inicio, las prácticas se ofertaban a estudiantes titulados, pero en 2020 se puso en marcha la modalidad Arraigo mediante la cual se abrió la puerta a universitarios en general.

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