Vega Estella ha sido durante años letrada mayor de las Cortes de Aragón y también fue la encargada de asesorar legalmente a los miembros de la ponencia que redactó el Estatuto de Autonomía de Aragón de 2007. Persona afable, de sólida preparación profesional, muy discreta, cercana y querida por sus compañeros de la institución parlamentaria, hace varios años que está jubilada, pero sigue manteniendo una intensa agenda como vicepresidenta del Consejo de Transparencia de Aragón y miembro del Consejo Consultivo de Aragón. Su prioridad actual es por encima de todo el cuidado de sus nietos. 

¿Fue muy compleja la elaboración del Estatuto de Autonomía de 2007?

Al principio, sí, porque trabajabamos sin ningún tipo de texto y entonces debíamos tomar como referencia los estatutos que se estaban elaborando en aquel momento, el valenciano, el catalán… Luego, a partir de un determinado momento, el coordinador de la ponencia, Javier Allué, traía textos y facilitaba un poco todo, aunque a veces los ponentes nos pedían a las letradas que llevásemos también textos.

¿Es cierto que no era una reforma, sino que se trataba de un Estatuto completamente nuevo?

Efectivamente, se tomaba como referencia el texto de 1982, lógicamente, pero se quedaba corto para lo que se pretendía hacer. Por ejemplo, las declaraciones de derechos no existían en aquel texto. Toda la parte de la estructura competencial se elaboró siguiendo el modelo catalán que el Constitucional después tumbó. Después, se abandonó y utilizamos algo intermedio: no se hizo ni solo una escueta mención como tampoco un amplio desarrollo de las competencias. Siempre fuimos muy cautelosos en la redacción del texto. Fueron sesiones muy largas. 

¿Hubo mucha discusión en la ponencia parlamentaria?

Ya lo creo. Mucha discusión. Se llegaba a analizar las cosas de forma profunda. Es cierto que cuando había posturas muy enconadas, nuestro objetivo común era sacar el Estatuto, y se llegaba a una postura intermedia, que era la que quedaba reflejada.

¿Qué temas fueron los más polémicos?

El agua, la lengua, algunas competencias, el poder judicial, la bilateralidad con el Estado... Encontrar la fórmula intermedia llevaba su tiempo. La letradas solíamos intervenir. Ofrecíamos textos alternativos. Esa es la labor de un letrado parlamentario.

¿Por qué se optó por incorporar derechos y deberes en el Estatuto del 2007?

Se había hecho en los estatutos de Valencia, Cataluña, Baleares, Castilla-León… En todos se introdujeron las declaraciones de derechos y principios rectores. Eso fue muy polémico en su momento porque chocaba con la doctrina del Constitucional, que no lo veía posible y que invocaba varios artículos sobre la igualdad de los españoles. Luego, el Constitucional analizó este tema y dijo que era constitucional siempre que lo que se introdujera estuviera conectado con las competencias de la comunidad. 

Lo cierto es que la mayor parte de nuestros derechos se corresponden con los principios rectores de la Constitución y los principios necesitan un desarrollo legislativo posterior. 

¿Por qué esa necesidad de reflejar los derechos en el Estatuto?

Hay que pensar que la Constitución es de 1978 y nuestro Estatuto se empieza a trabajar en 2006. Hay derechos que en el 78 no existían y no estaban reconocidos, sobre todo con el tema de la no discriminación. De ahí que se empezó a reconocer esos derechos en los estatutos. Se trataba de modernizar los derechos de la Constitución. Y luego, ya que estábamos debatiendo sobre ello, se vio la necesidad de profundizar un poco más por ejemplo en el derecho a la vivienda y en el pleno empleo, por ejemplo. 

En Aragón, en materia de no discriminación, tenemos la ley de Igualdad, la ley de identidad de género. Es decir, se han ido desarrollando los derechos. La ley de Servicios Sociales fue pionera y se creó una cartera espectacular de servicios sociales. 

¿Cuál fue la sensación de los miembros de la ponencia al término de los trabajos, cuando el Estatuto estaba redactado?

De mucha alegría. Aunque también había un poco de rabia porque con el tema de la lengua se torció la unanimidad que había. Creo que Chunta Aragonesista se empecinó un poco y también otros partidos. Estoy convencida de que podía haberse llegado a un texto que agradara a todos.