El Periódico de Aragón

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LOS AFECTADOS POR LAS LLAMAS

Los pueblos desalojados esperan vacíos a sus vecinos

Más de 40 horas después de ser desalojados, los habitantes de los ocho municipios que tuvieron que abandonar sus casas aguardan impacientes el momento en que les dejen regresar. Mientras, las calles y viviendas, la gran mayoría intactas pese al voraz e imprevisible fuego que les sorprendía el día 13 de agosto, también les esperan ya fuera de peligro

Las calles de Añón de Moncayo, esta mañana, a la espera del regreso de los habitantes desalojados. MARCOS CALVO

Puede que sea para muchos el peor puente de agosto de sus vidas, puede que estos tres días infernales que han pasado desde que el fuego les sacó a toda prisa de sus casas el pasado 13 de agosto a primera hora de la tarde no los olviden ya nunca. Pero esta mañana de 15 de agosto lo único en lo que piensan los más de 1.500 desalojados por el incendio forestal del Moncayo es en regresar.

Los ocho municipios les esperan con los brazos abiertos y ya fuera de peligro. Añón de Moncayo, Vera, Alcalá, Ambel, Trasmoz, Bulbuente y Talamantes son aún pueblos vacíos a la espera de sus vecinos, a pocas horas, si nada se tuerce, de que ordenen el retorno y empiecen a sentir de verdad que este mal sueño toca a su fin.

Solo con permisos especiales

Con permisos especiales y explicando que necesitan ver cómo están los animales, algunos vecinos de Añón de Moncayo, zona cero del incendio, sí han estado regresando con cuentagotas esta mañana. Son las únicas excepciones por las que quienes vigilan los accesos a los municipios levantan la barrera para permitirles acceder. Son muchos los que se empiezan a agolpar ante ella, hay ganas de volver para comprobar que todo está como lo dejaron.

Valentín, un ganadero de Añón de Moncayo, se reencuentra con sus ovejas esta mañana.

Las primeras comprobaciones derivan en tranquilidad. Algunos regresan desde Tarazona o Borja, y en la plaza que lleva a las Cuevas se encuentran con algunos de los añoneros que se quedaron a defender el pueblo por su hubiera nuevos brotes. Porque en este fuego ha habido vecinos que se han quedado a proteger haciendo guardia durante interminables horas de trabajo. Y lo cierto es que han logrado su propósito.

Pero después del respiro, aparece casi tan virulenta como el fuego la indignación. "Casi se quemó el pueblo... Todo el monte seco, sin cuidar. Te va a doler lo que voy a decir, ¡pero es mejor que se queme el parque natural a todos nuestros pueblos!". Es lo que se escucha en los corrillos, con la emoción aún en las carnes, con poca más solución que lanzar gritos sordos en medio de la desolación.

"Parece que aún hemos tenido suerte"

Valentín le da un empentón a la puerta de su corral, situado al lado de su casa, muy cerca de la salida hacia Alcalá. Lo que queda de puerta, mejor dicho, porque se ha fundido. Tartamudea un poco: "Pues parece que aún hemos tenido suerte". Justo en ese momento se oye cómo empiezan a balar las ovejas del corral.

Casas del municipio de Añón esta mañana, a pocas horas del regreso de sus vecinos.

El piso de arriba está arrasado. Media bicicleta quemada por allí, un cortacésped de mano reventado por allá. Los once animales, un pequeño ganado ovino y caprino, se abalanzan sobre el pienso que Valentín les pone. Llevan encerradas tres días, sin comida, pues aunque la puerta quedó abierta, las ovejas se niegan a salir por el humo.

Unos cien metros más allá, su mujer, Pilar, comprueba que no hay daños más allá de las paredes negras, los huertos arrasados y los corrales desechos. Una granja de cerdos se salvó por los pelos, con los costados quemados y las ventanas de atrás fundidas. Allí trabajaron una decena de vecinos para salvar la explotación mientras el viento les tiraba las llamas a la cara.

Calles vacías

A poco más de 22 kilómetros de la zona cero, en Bulbuente, la imagen se repite de calles vacías a la espera de sus habitantes. Por suerte, el fuego no ha causado grandes daños en el municipio, pero se quedó muy cerca. Los alrededores, la tierra aún humeante marca la línea en la que el incendio decidió detenerse y eso, 40 horas después, impresiona.

Cartel de la carretera con el desvío a Vera de Moncayo y Alcalá, dañado por el incendio.

Podría haber sido un auténtico desastre, y por eso les desalojaron en los momentos más complicados, pero a falta de comprobar los daños en explotaciones agrícolas cercanas, sus angustiados vecinos pueden estar tranquilos a pocas horas de regresar.

También en Trasmoz, donde el icono del municipio, el castillo, ha corrido como la pólvora por las redes sociales por la cercanía de un fuego que avanzaba caprichoso al ritmo y en la dirección que le marcaba el viento. Tuvieron que salir de la localidad al final de la tarde del sábado 13 de agosto, pero hoy la tranquilidad es máxima, no ha habido daños en el núcleo urbano ni en el castillo. Sí en los alrededores y cerca de algunas explotaciones. A otras les ha pasado muy cerca pero están intactas.

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