La otra cara de las celebraciones

Los trastornos alimentarios se recrudecen durante la Navidad

Las últimas fiestas del año generan ansiedad en las personas con problemas con la comida / Los colectivos piden defender la normalidad en las reuniones y no masificarlas

Las celebraciones generan ansiedad y estrés a las personas con problemas con la alimentación.  | EL PERIÓDICO

Las celebraciones generan ansiedad y estrés a las personas con problemas con la alimentación. | EL PERIÓDICO / sergio h. valgañón

Sergio H. Valgañón

Sergio H. Valgañón

Lo que para la mayoría de la población son días de reuniones familiares, reencuentros con amigos y mucha alegría, para otra parte de la sociedad se convierte en los peores quince días del año. Los pacientes que sufren Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA) –anorexia, bulimia o trastornos por atracón– se enfrentan durante el periodo navideño a muchas comilonas y alimentos fuera de lo habitual que aumenta su estrés y les obliga a afrontar con cuidado la situación.

«Sufren mucho, es algo inexplicable», cuenta Pilar Vicente, miembro de la dirección de TCA Aragón y madre de una joven que ha superado este tipo de trastornos. «Son enfermedades que se ocultan bastante y que en estas fechas provocan días muy complicados para las familias», detalla Vicente, que colabora desde hace tiempo con esta asociación que quiere «dar visibilidad a las enfermedades, ayudar a los padres y colaborar con los primeros trámites para afrontar estos problemas».

Desde Arbada (Asociación aragonesa de pacientes con TCA), su presidenta, Edurne Larrarte, comparte que «los pacientes, aunque lo intentan asimilar antes de que lleguen estas fechas, lo pasan realmente mal». «Nuestro objetivo, el de las familias y el de la administración debe ser conseguir que estas personas también puedan pasar una feliz Navidad», resume Larrarte.

El trabajo de estas dos asociaciones, que admiten sentirse solas y que reclaman algo más de atención desde las instituciones públicas, mantiene unas líneas generales fundamentadas en la prevención, control y trabajo junto a los pacientes.

«Lo primero que aconsejamos es hacer celebraciones pequeñas, sin grandes comilonas», cuenta Vicente. La incertidumbre tampoco es buena consejera, «porque no saber qué es lo que se va a comer, ya que son días en los que se hacen platos fuera de lo habitual, aumenta todavía más el estrés».

Las propias elaboraciones son el primer paso de un contexto, complicado para los pacientes con TCA, que termina de hacer todavía más peligroso el elevado número de asistentes, muchos de ellos poco habituales en las reuniones. La presencia de familiares y amigos a los que solo se ve en estas fechas no ayuda a mantener el clima de «normalidad» que reclaman las dos asociaciones aragonesas para llevar mejor el momento.

«Cuando los casos son muy graves, recomendamos que solo estén presentes en las comidas y cenas los núcleos más cercanos», explica Vicente, que anima a que las familias con personas en esta situación «conciban las fiestas como unos días más, con menús parecidos a los de una jornada habitual y sin que se sienta como el acontecimiento más importante del año».

Larrarte añade que, conforme el paciente avance hacia un estado de mejoría, se puede incorporar, si es que los propios afectados lo ven adecuado, al resto de los familiares: «Hay que hablar, cuando el paciente lo quiera, con el resto de la familia, para que sean conscientes de la enfermedad con la que convive una de las personas que ha acudido a la cena». «Si es necesario cambiar a última hora, debemos pensar que siempre habrá más momentos para reunirnos y que este año lo importante es pensar en lo mejor para el paciente», certifica la presidenta de Arbada.

Porque la presencia de mucha gente en torno a los copiosos platos de marisco o al tradicional asado navideño no es la única generadora de problemas. Lo es, también, uno de los temas más habituales en las conversaciones durante estas jornadas: qué se come, cuánto se come y qué se va a hacer al finalizar la celebración para volver a la dieta habitual.

«Cuando convertimos a la comida en la verdadera protagonista de los días, es muy duro para los pacientes», certifican desde TCA Aragón, algo que ratifican desde Arbada, ya que «conversar también sobre la comida no hace ningún bien a nadie». Evitar este tipo de conversaciones, normalizar la aceptación del cuerpo propio y olvidarse de las dietas o de las consecuencias de comer fuera de lo habitual son los consejos más repetidos por estas dos responsables, al frente de las dos asociaciones especializadas en TCA más importantes de la comunidad.

El tratamiento del momento y de la enfermedad fuera de este período también preocupa. «Siempre recibimos llamadas antes de la Navidad para conocer qué se puede hacer y cómo se puede actuar», explica Larrarte, que pronostica, con tristeza, un nuevo pico de llamadas cuando las fiestas lleguen a su fin: «Suelen llamar pacientes que están en tratamiento, porque se sienten fuera de lugar; y algunos nuevos que han descubierto durante estos días que su relación con la comida no es tan buena». El consejo fundamental es claro: «El paciente es el protagonista, por lo que él debe dar su visión de la situación y negociar entre todos cómo actuar».

Desde los dos colectivos reclaman que el foco no debe quedarse en la relación con la comida de las personas que padecen un TCA, sino ahondar hasta conseguir conocer dónde están las razones. «Debemos entender que la comida es solo el síntoma, porque detrás hay un problema enorme que debemos averiguar», resume Vicente, que lamenta los últimos datos que barajan desde su asociación: «Un crecimiento del 800% durante la pandemia y la evidencia de que estos trastornos comienzan antes, con niños de solo nueve años padeciéndolos».

«La comida nunca puede ser un premio y no podemos permitir que nuestros hijos tengan miedo a la comida», explica Vicente, adentrándose en la importancia de una relación sana y advirtiendo de que «los padres son los últimos en enterarse de que tienen un problema tan grande en casa».

Para concluir, unos consejos generales para todos. «No debemos estigmatizar a nadie y debemos conseguir que todos pensemos en que todo es más importante que el peso y el cuerpo de las personas», explica Vicente, algo que completa Larrarte asegurando que la clave está «en sentirse bien con lo que somos y en apostar por la normalidad, tanto con nosotros mismos y como con el entorno».

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