El precio de la vida: 10 minutos y un desfibrilador
Todas las dependencias de la Jefatura Superior de Policía de Aragón ya cuentan con un desfibrilador en sus instalaciones
Los aparatos han llegado a Delicias, Actur, Mayandía, San José, Huesca, Teruel y Calatayud
Es «cuestión de diez minutos» el tiempo que bien puede valer una vida ante una parada cardiorrespiratoria si se cuenta con un desfibrilador de por medio. Desde este jueves, la Jefatura Superior de Policía de Aragón cuenta en todas sus dependencias con uno de estos aparatos tras el convenio suscrito entre la Fundación España Salud y el Ministerio del Interior por el que se ha provisto de desfibriladores a las comisarías de distrito de Zaragoza –Delicias, Actur, Mayandía y San José–, las provinciales de Huesca y Teruel y la local de Calatayud con la financiación de Caja Rural.
«Es el interés que tenemos en salvar vidas y no es tan complicado de hacer», explicó el presidente de la Fundación, Luis Donoso, quien reiteró la importancia de que estos desfibriladores se puedan encontrar en espacios públicos como los mercados, estaciones de metro, farmacias y, ahora, las dependencias policiales de Aragón.
Así, estos siete desfibriladores se suman a los que ya estaban disponibles en las instalaciones de la propia Jefatura y las comisarías de Arrabal y Jaca. «Cada segundo que pasa son células neuronales que están muriendo, así que hay que actuar de forma inmediata. No se puede dudar y es que tampoco hace falta hacer grandes cosas», continuó Donoso.
Esas cosas las simplificó la técnico sanitario Ruth Quílez, que se puso manos a la obra con un maniquí para enseñar cómo «perder el miedo a usar el desfibrilador». Paso por paso, enumeró la cadena de supervivencia –«a ver si respira»–, la llamada al 112 o la puesta en marcha del desfibrilador y su colocación. «El desfibrilador nos dice cómo está el corazón por dentro. Hay varios botones y, si le damos al de encendido, nos dirá poco a poco lo que tenemos que hacer. Nosotros le daremos la descarga», relató Quílez, a la par que aconsejaba imprimir 30 comprensiones en el tórax.
Mientras tanto, resonaba la voz de este desfibrilador con órdenes como «no se debe tocar al paciente» y «descarga no aconsejada» en ese impass en el que medía la necesidad de imprimir la descarga. Todo ello, finalizó el jefe superior de la Policía de Aragón, Juan Carlos Hernández, enmarcado en esta labor de Policía Nacional de «trabajar por las más altas cotas de protección a los ciudadanos».
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