A FONDO

Migraciones: gestionar las emergencias no basta

Los efectos socioeconómicos de la pandemia sobre el desarrollo de los países africanos, las crisis políticas y humanitarias y los conflictos en la zona han sido algunos de los detonantes que han empujado a más personas a buscar una salvación

Varios subsaharianos son atendidos por Cruz Roja tras llegar en cayucos a Canarias.

Varios subsaharianos son atendidos por Cruz Roja tras llegar en cayucos a Canarias. / Adriel Perdomo /EFE

Federico Abizanda

El aumento de llegadas irregulares de migrantes en los últimos meses ha vuelto a poner a Canarias en el foco del debate sobre la inmigración en España. Aunque hay tantas razones para migrar como migrantes hay en el mundo, la aparente reactivación de la ruta canaria tiene cierta explicación.

La más sencilla la encontramos en el refranero español que con gran sabiduría nos dice que no se puede poner puertas al campo.

Con esto queremos decir que, cuando unas rutas se cierran, automáticamente se abren otras. Esto ha sido, es y será siempre así, por mucho que nos empeñemos en tratar de evitarlo. Y las nuevas rutas siempre serán más duras, más peligrosas y más mortíferas.

Los efectos socioeconómicos devastadores de la pandemia sobre el desarrollo humano de los países africanos, las crisis políticas y humanitarias y los conflictos en la zona han sido algunos de los detonantes que han empujado a cada vez más personas a tratar de encontrar una tabla de salvación en la migración.

Pero con una ruta italiana absolutamente colapsada y los recientes acuerdos con Marruecos para externalizar nuestra frontera y contener los movimientos desde allí, lejos de nuestra mirada, lanzarse al Atlántico se ha convertido en la única opción.

Ante este fenómeno, necesitamos respuestas nuevas por la simple razón que las que se han dado hasta ahora no han cumplido ninguno de sus objetivos de contención. Han sido un fracaso estrepitoso porque gestionar un fenómeno social desde el prisma exclusivo de la seguridad nunca funcionará.

"Cuando unas rutas se cierran, automáticamente se abren otras"

La situación en la que nos encontramos podría ser una oportunidad para imaginar nuevas respuestas que permitan aprovechar los beneficios de las migraciones para los países de origen, los países de destino y para los propios migrantes.

Es evidente que necesitamos dar una respuesta solidaria a la Comunidad Autónoma Canaria. Para ello, hay que establecer criterios claros de solidaridad territorial y redistribución de las personas de forma equitativa entre todas las Comunidades Autónomas de España.

Para atender la emergencia, necesitamos una respuesta coordinada entre todos los actores que intervienen en la gestión de este fenómeno: el Gobierno de España, las Comunidades Autónomas, las entidades locales y las entidades sociales.

Falta de coordinación

Mucho se ha hablado estos días de la falta de coordinación entre este conjunto de actores. Lo cierto es que, sin negar las dificultades que acarrea la gestión de la llegada de personas a la península en un espacio tan corto de tiempo, se está trabajando en la primera acogida con normalidad.

El Programa de Atención Humanitaria que funciona desde 2005 se encarga de la primera acogida de los migrantes derivados de Canarias. Con este programa, desarrollado por las entidades sociales al amparo de la acción concertada con el Gobierno de España, se atiende a hombres, mujeres y niños en condiciones de extrema vulnerabilidad. Con ello, España cumple con sus compromisos proporcionando atención y cobertura de las necesidades básicas con un enfoque de carácter humanitario y de urgencia.

Migraciones: gestionar las emergencias no basta

Migraciones: gestionar las emergencias no basta / Federico Abizanda Estabén Fundación Seminario de Investigación para la Paz

Las comunidades autónomas y entidades locales también deben jugar un papel esencial, pero en un segundo momento. Para muchas de las personas que llegan a nuestras costas, España es sólo una etapa, un lugar de paso hacia otros países. Una vez sepamos cuántas de estas personas van a elegir permanecer en nuestro país, habrá que, en primer lugar, buscar soluciones a su situación legal (arraigos formativos, laborales, humanitarios) y activar los sistemas de educación, empleo y servicios sociales. Pero no deberíamos caer en un análisis y una respuesta cortoplacistas.

La ruta canaria siempre ha estado allí, con altibajos en las llegadas, pero siempre ha estado allí. Hoy toca gestionar la emergencia, pero debemos pensar en soluciones y estrategias a largo plazo porque no podemos actuar hoy y quedarnos de brazos cruzados a la espera de la siguiente emergencia que se producirá en unos meses, el año que viene o el siguiente.

Las comunidades autónomas y entidades locales también deben jugar un papel esencial, pero en un segundo momento

Hay que mirar y pensar más allá. Necesitamos un nuevo marco de políticas. En primer lugar, un marco europeo porque estas crisis atañen al conjunto de la Unión. Como hemos señalado, los países del sur de Europa sólo somos la puerta de entrada a la UE, en contadas ocasiones el destino final de los migrantes que sueñan con ir a Francia o a Alemania.

Urge alcanzar un Pacto Europeo de Migración y Asilo. Urge porque en julio de 2024, Hungría asumirá la presidencia del Consejo de la Unión Europea y le sucederá Polonia en enero de 2025. No cabe esperar nada bajo la presidencia de estos países.

Un pacto que abra de una vez por todas vías legales para migrar a la UE, porque mientras no existan estas vías, las personas que vienen de forma irregular seguirán muriendo en el Mediterráneo y los que ya están aquí no saldrán del vía crucis de la irregularidad. Urge también recuperar un marco estatal español de acogida e integración. Desde que, en 2012, el Gobierno de España dejara morir los Planes y Fondos para la acogida, integración y convivencia en España, poco o nada se ha hecho.

Un marco estatal que permita a Comunidades Autónomas y entidades locales poner en marcha y desarrollar sus políticas en materia de inmigración en el marco de sus amplias competencias.

Urge una respuesta ciudadana que rechace sin paliativos a todos los que «hacen caja» con sus discursos del odio y la instrumentalización electoralista de la inmigración.

Y, por último, urge una respuesta comunicativa. A pesar del eco mediático y del altavoz político que encuentran, las llegadas por mar a España son muy residuales. Desde 2007, han entrado en España una media de 400.000 migrantes al año de forma regular mientras que la media de entradas irregulares por vía marítima es tan sólo de unas 17.000.

Un 4% del total de las migraciones que copa el 100% de las portadas. Objetivamente, las migraciones ocupan un espacio desproporcionado en el debate político, social y mediático. Necesitamos un nuevo marco de discusión centrado en la inmigración como oportunidad para todos y no en la inmigración como problema.

La gestión de la llegada de cerca de 200.000 refugiados procedentes de Ucrania amparados por la Directiva de Protección Temporal de la UE demostró que hay alternativas.

Que se puede acoger a personas buscando soluciones legales a su estancia regular en España, que caben más personas en nuestro país sin que la economía se derrumbe, sin que nuestros sistemas del Estado del Bienestar colapsen.

La gestión de la llegada de cerca de 200.000 refugiados procedentes de Ucrania demostró que hay alternativas

Para todo lo anterior hay que cumplir una premisa: bajar el nivel de ruido y sobreactuación que caracteriza este asunto. La migración es un fenómeno transversal y complejo, no sirven respuestas simples, pero, desgraciadamente, las respuestas simplistas que apelan a los instintos primarios del odio y del miedo sí funcionan.

Las personas siguen y seguirán desplazándose por el mundo a pesar de todas las restricciones y de todas las piedras que pongamos en su camino.

Hasta que no asumamos esta realidad, que las migraciones forman parte del ADN de la humanidad, no seremos capaces de abordar el debate con la serenidad que merece ni sabremos sacar partido del inmenso potencial que atesoran.

Federico Abizanda Estabén, Fundación Seminario de Investigación para la Paz