45 ANIVERSARIO DE LA CARTA MAGNA

Puertas abiertas por la Constitución: El Pignatelli, el juego del 7 y la mesa maldita

El presidente de Aragón, Jorge Azcón, ha sido el guía este miércoles de la primera visita de ciudadanos a la sede del poder Ejecutivo

El recorrido ha dejado a partes iguales una clase de historia y otra de política

El Periódico de Aragón

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La primera visita guiada al edificio Pignatelli, sede del Gobierno de Aragón, en el día del 45 aniversario de la Constitución Española, dejó a partes iguales una clase de historia y otra de política y actualidad a los más madrugadores en un día festivo de calles vacías en la capital aragonesa y temperaturas frías, propias de un 6 de diciembre.

Para algunos la de este miércoles ha sido la primera vez que entraban en este edificio, sede del poder Ejecutivo en Aragón, pero para muchos otros fue como regresar a un lugar conocido que, eso sí, se ha transformado tanto en los últimos años que casi resulta irreconocible para quienes formaron parte de su historia antes de que este espacio albergara la sede del Gobierno de Aragón.

Es el caso de Nieves y Silvia, que estudiaron entre sus paredes a mediados de los años 70. «Yo trabajaba de día y a la vez me saqué el COU nocturno en un año. Pero ahora estoy desubicada en el espacio porque todo ha cambiado mucho», expresó la zaragozana, que resalta que entre sus profesores tuvo a un ilustre, José Antonio Labordeta, como profesor de Historia. «Merece la pena recordarlo», apostilló.

Otros recordaron que los patios eran «de tierra», no con adoquines de piedra de Calatorao, como ahora, desde la remodelación y modernización del edificio, en los años 80. En la década anterior, Ramiro, también zaragozano, era voluntario en la Cruz Roja en, que tenía su sede en el edificio Pignatelli. Para su acompañante, Mercedes, la de este miércoles sí que fue su primera vez en la sede del Gobierno de Aragón. «Me está encantando; está lleno de historia», contó durante la visita.

María Teresa, la más longeva del primer grupo, que llegó puntual al Pignatelli antes de las 10 de la mañana, es una de las visitantes más fieles en los días de puertas abiertas en este espacio. Por eso este martes ha echado en falta que la visita guiada hiciera una parada en la sala de los Escudos, una de sus favoritas. Con todo, hizo una lectura más que positiva de la jornada. «He venido muchísimas veces, pero siempre aprendo algo nuevo», reconocía esta anciana, provista de guantes y abrigo, que no perdía detalle de las explicaciones.

El gran secreto que esconde el Pignatelli es el juego del siete. Siete son los arcos de su fachada principal; 21 (tres veces siete), los de las paredes laterales; y tiene 28.000 metros cuadrados (cuatro por siete). La iglesia de la Misericordia, hoy reconvertida en la Sala de la Columna, empezó a erigirse el 1 de enero de 1777. Un edificio del siglo XVIII, construido por ilustrados, que impregnó de simbolismo sus cimientos.

El presidente de Aragón, Jorge Azcón, acompañó al primer grupo de visitantes y campechano, y se puso el traje de alcalde de Aragón. A las puertas del área de Presidencia, junto a un mucho más tímido vicepresidente del Gobierno, Alejandro Nolasco, saludó uno a uno a los ciudadanos que decidieron pasar el Día de la Constitución conociendo los entresijos del Pignatelli.

Ya en su despacho, Azcón se ganó a todos confesando el secreto a voces que rodea a la mesa del Presidente. «Cuenta la leyenda que si un presidente trabaja en esta mesa, no repite. Así que no la uso», comentó entre risas de los presentes, recordando en todo momento que este no es su despacho, sino el que «le prestan» durante un tiempo. «Espero que muchos años», dijo, dando rienda suelta a otras anécdotas, algunas compartidas con su antecesor, Javier Lambán, quien le sentó a la mesa en una de las firmas de acuerdos entre ambos en la pasada legislatura.