Educación

¿Por qué nadie quiere ser director de instituto en Aragón?

El 70% de plazas vacantes para asumir ese cargo en la comunidad no tiene candidatos

El sindicato ANPE considera que es una «tendencia al alza» y piden tomar medidas para hacer el cargo más atractivo

La responsabilidad es tremenda y no compensa el salario", asegura Pilar García, presidente de Adiaragón

Los directores piden más recursos para ejercer su labor

Los directores piden más recursos para ejercer su labor / ANGEL DE CASTRO

Arturo Pola

Arturo Pola

El puesto de director educativo no es llamativo para los docentes de la comunidad. Así lo revelan los datos. El sindicato ANPE denuncia que, de la totalidad de centros que tenían la dirección vacante, en el 70% no se ha presentado ninguna candidatura. Por provincias, Teruel con un 85% de vacantes sin candidatura es la que presenta una mayor problemática, seguida de Huesca con el 72%. Zaragoza se encuentra ligeramente por debajo con un 64% de centros con dirección vacante y sin candidatos para ocuparlas.

Las cifras, obtenidas de los listados definitivos de candidatos admitidos y excluidos en el procedimiento general de selección de directores y directoras, «preocupan mucho y no es algo nuevo», aseguran desde ANPE. Esta «tendencia al alza» hace que el sindicato pida «canales de comunicación más efectivos y medidas que hagan más seductor el cargo para que se pueda desempeñar voluntariamente por los que ejercen el liderazgo natural en los claustros».

Ahora bien, esto no quiere decir que no haya nadie al frente de los centros educativos aragoneses, ya que la ley dice que, si no se presenta ningún candidato, la Administración designará un director de «manera forzosa».

La problemática que reflejan los datos en la comunidad se confirma rápidamente con las declaraciones de Pilar García, presidenta de la Asociación de Directores y Directoras de Institutos de Educación Secundaria en Aragón (Adiaragón). «Asumimos una responsabilidad tremenda en los centros educativos, somos los encargados de absolutamente todo lo que pasa», reconoce. Además, García denuncia que se ven obligados a ejercer su labor muy lejos de unas condiciones óptimas. «Nuestro margen de maniobra es mínimo. La capacidad y la autonomía que tenemos para la gestión están muy limitadas»», incide.

Exposición

Por ello, la representante de los directores reconoce que en muchas ocasiones llegan a sentir «impotencia» al tratar temas «tan sensibles» con pocos recursos a su alcance. «Dependemos al 100% de la Administración», subraya, García, que reconoce que en muchas ocasiones falta formación. «No hay un acompañamiento ni un asesoramiento cuando llegas. Estás solo ante el peligro». Otro de los factores negativos que añaden a la lista es el exceso de burocracia que tienen que atender y que se agrava con cada cambio de ley educativa. «Además de recursos, necesitamos un pacto por la educación», dice García.

Otro de los asuntos que más tira para atrás a los posibles candidatos es la «brutal exposición» que sufren los directores. «Eres la cara visible y la responsable ante las familias, los alumnos, los compañeros. Ser director es una sobrecarga de trabajo enorme y además un puesto muy estresante. Eres el blanco de muchas miradas», analiza. Por todo ello, la presidenta de Adiaragón asegura que el cargo de director es «poco atractivo» y reconoce que no le extraña el déficit de candidatos en la comunidad: «La carrera de un director de instituto no se desarrolla ni está reconocida como debería. Da muy poco prestigio profesional». 

Obviamente, asumir la dirección de un centro tiene una compensación económica que, dependiendo del número de alumnos del centro, varía entre los 6.000 y los 9.000 euros anuales. No obstante, García explica que a muchos compañeros «no les compensa» ese aumento por asumir esa responsabilidad. «No es suficiente. La gente que da el paso muy pocas veces lo hace por dinero», recalca.

La presidenta de Adiaragón, directora del IES Clara Campoamor y con diversos cargos directivos desde hace 13 años, considera que las condiciones laborales de los directores y del profesorado en general son muy mejorables. «Es una percepción subjetiva, pero da la sensación de que, en vez de ir a mejor, vamos a peor y al final eso provoca la saturación de todo el colectivo», subraya García.

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