Mateo Valero: "El talento está en todas partes, lo que hay que hacer es descubrirlo"

El profesor ha obtenido más de ochenta premios nacionales e internacionales, entre los que se encuentra el prestigioso Eckert-Mauchly

Mateo Valero, en su despacho

Mateo Valero, en su despacho

El profesor Mateo Valero (Alfamén, 1952), considerado el padre de la supercomputación en España, dirige desde 2004 el Barcelona Supercomputing Center (BSC) - Centro Nacional de Supercomputación, un centro especializado en computación de altas prestaciones (HPC) que aglutina el talento de más de un millar de especialistas en la materia. Con el MareNostrum como bandera, uno de los supercomputadores más potentes del mundo, el BSC focaliza su actividad en cuatro campos: Ciencias Computacionales, Ciencias de la Vida, Ciencias de la Tierra e Ingeniería. Un centro cuyas líneas de investigación compatibilizan la inversión pública con una creciente inversión privada de empresas líderes en el sector, y que es la continuación del CEPBA, Centro Europeo de Paralelismo de Barcelona que tambien fue fundado hace cuarenta años y dirigido por Mateo Valero. Es autor de más de 700 publicaciones científicas, y el próximo mes de junio cumplirá cincuenta años como profesor en la Universidad Politécnica de Barcelona. Toda una carrera de desarrollo y gestión de talento en la que el trabajo, el esfuerzo, la perseverancia y la actitud positiva han sido las claves, confiesa, de su éxito profesional.

Mateo Valero ha dedicado su carrera a la arquitectura de computadores (diseño de computadores y supercomputadores), una trayectoria que le ha permitido tanto el desarrollo de su talento, como estar en contacto permanente con el de sus colegas y discípulos. Galardonado con más de ochenta premios nacionales e internacionales, entre los que se encuentra el prestigioso Eckert-Mauchly, el profesor reconoce que ha sido “y soy, feliz, trabajando mucho, y trabajando con otras personas”, ya que, según afirma “un buen cultivo de talento es la colaboración: en investigación, en obras sociales, en el deporte… en todo”.

Nombre: Mateo Valero Cortés.

Formación: ingeniero y doctor en Telecomunicaciones.

Cargo: director del BSC y catedrático en la Universidad Politécnica de Cataluña.

Lugar y año de nacimiento: Alfamén (Zaragoza), 1952.

Trayectoria: Ingeniero de Telecomunicación por la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) en 1974, y doctor en Telecomunicaciones por la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) en 1980. Es profesor en la UPC desde 1974; desde 1983 es catedrático del Departamento de Arquitectura de Computadores. Ha sido profesor invitado en ENSIMAG, Grenoble (Francia) y en la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA). En 2004 fundó, y desde entonces dirige el Barcelona Supercomputing Center (BSC) Es autor de más de 700 artículos científicos, ha recibido más de ochenta premios nacionales e internacionales, entre ellos los tres más importantes del mundo en su campo: el Eckert-Mauchly, el Seymour Gray y el Charles Babbage. Ha recibido dos de los 10 premios nacionales de investigación de España: el Julio Rey Pastor en Informática y Matemáticas en el año 2001, y el Leonardo Torres Quevedo en Ingeniería, en el año 2007. Le fue otorgado el premio Rey Jaime I en investigación básica el año 1997. Recibió el” Premio Aragón” en el año 2008, y la” Creu de Sant Jordi” en el 2016 que son los reconocimientos más importantes otorgados por los Gobiernos de Aragón y Cataluña. Ha sido honrado con la Condecoración de la Orden Mexicana del “Águila Azteca” en 2018, el reconocimiento más grande del gobierno mexicano a una persona no mexicana. Es doctor honoris causa por once universidades (Cinvestav Veracruzana y Cristóbal Colón en México, Chalmers en Suecia, Belgrado, Las Palmas de Gran Canaria, Zaragoza, Cantabria, Granada, Complutense de Madrid y Murcia), y es académico de diez academias científicas nacionales e internacionales. Ha impartido más de 500 conferencias fuera de España. En 1998, fue elegido hijo predilecto de su pueblo, y en el año 2006, la asociación de madres y padres de alumnos de Alfamén, decidió poner su nombre al Colegio público donde el profesor Valero había estudiado.

Un talento que, según comenta, “es un bien del mundo”, y que, para ser atraído a lugares concretos, es necesario el desarrollo de iniciativas como el BSC, un centro de su fundación en el que trabajan más de un millar de personas, de las que el 30%, más de 300, proceden de más de cincuenta países del mundo. Un espacio en el que el catedrático ha aplicado desde sus orígenes la que, a su juicio, es la fórmula para el desarrollo y atracción del talento: una combinación de esfuerzo personal, a través del trabajo, la perseverancia y una actitud positiva, y de un contexto que facilite el desarrollo del talento. “Hay que crear entornos que faciliten que haya talento, que se reúna el talento y que, cuando haya una masa crítica suficiente, se atraiga a más talento”, comenta.

La tracción de iniciativas como el BSC

El ecosistema que generan centros como el BSC atrae con frecuencia a la inversión público-privada, un actor relevante, a juicio del alfamenense (“venica”), para el desarrollo de la ciencia y, por tanto, del territorio. De hecho, según explica, el 85% del personal del BSC, que supera el millar de especialistas, ha sido contratado gracias a la inversión de grandes empresas como IBM o Intel y a los proyectos nacionales y de la Unión Europea que allí se desarrollan. Un modelo de atracción del talento que recomienda tanto para la generación de riqueza en los territorios, como para la creación de “un país socialmente más justo”, especifica.

"Hay que crear entornos que faciliten que haya talento, que se reúna el talento y que, cuando haya una masa crítica suficiente, se atraiga a más talento"

Por todo ello, el catedrático apunta que “el talento está en todas partes, lo que hay que hacer es descubrirlo, cultivarlo y usarlo para el bien de la sociedad”. Un bien internacional, explica, que no siempre se desarrolla donde nace y se descubre, asevera. “Por ejemplo, hay dos grandes genios aragoneses, el doctor Elías Campo (catedrático de Anatomía Patológica y consultor Senior del Hospital Clinic de Barcelona) o Carlos López Otín (catedrático en Bioquímica en la Universidad de Oviedo), cuyo talento se detectó en Aragón, pero que ha sido desarrollado en otras partes de España. Ambos son de lo mejor que hay a nivel mundial”, comenta Valero. “Y tambien, a su nivel, tenemos al Profesor Luis Oro, que ha desarrollado toda su brillantísima carrera en nuestra tierra, Aragón”, apunta.

El talento hay que descubrirlo

Mateo Valero nació en 1952 en la localidad zaragozana de Alfamén, una llegada al mundo asistida por el mismo barbero y practicante que, años después, descubriría las extraordinarias capacidades de un niño enamorado de las matemáticas, que gustaba de resolver problemas, y que hoy dirige el BSC. “El talento hay que descubrirlo”, comenta el catedrático, procedente de una localidad de 1.500 habitantes, con la que mantiene un estrecho contacto, y de la que también han emergido otras figuras relevantes, como Jesús García Burillo, obispo emérito de Ávila (e hijo del Barbero que descubrió el talento del profesor Valero), quien coincidió en el seminario con el también alfamenense Manuel Pérez, conocido como ‘el cura guerrillero’, jefe del Ejército de Liberación Nacional colombiano (ELN) en los años setenta del siglo XX.

Un municipio del Campo de Cariñena de una tradición agrícola, compartida por la familia del científico, quien tira de raíces para demostrar cómo el talento humano, al igual de la tierra de cultivo, requieren de la combinación de capacidades personales y recursos externos para su buen desarrollo. “Si la tierra y la semilla son buenas, si las cuidas bien y pones el entorno adecuado, vas a producir muchas cosas”, comenta Valero.

Un talento que Mateo Valero cultivó primero en los Padres Escolapios en Zaragoza, en la Universidad de Zaragoza y en la Universidad Politécnica de Madrid, donde se licenció en Telecomunicaciones, y en la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC), después, donde se doctoró en Telecomunicaciones. Institución, esta última, donde actualmente es catedrático y donde pronto cumplirá cincuenta años como profesor. “Parece que fue ayer, se me ha pasado la vida volando, porque me he dedicado a lo que me gusta”, confiesa. “He tenido 58 doctorandos, pero, la familia, los doctorandos de sus doctorandos, son más de mil: este es mi principal legado científico”, comenta.

La cultura del esfuerzo

Mateo Valero considera que, hoy en día, “hay más posibilidades para cultivar el talento en cualquier sitio”, aunque también apuesta por el valor añadido del “talento social, el que desarrollas en colaboración con otros”, ya que, “siempre digo que en mi campo no conozco a ningún ‘Superman’, conozco grupos de gente con talento que discuten, en el sentido anglosajón del término, y avanzan en la investigación”.

"Si la tierra y la semilla son buenas, si las cuidas bien y pones el entorno adecuado, vas a producir unos resultados increíbles"

El talento florece en grupo, asevera, aunque, tal y como también manifiesta en su libro ‘La cultura del esfuerzo’, Mateo Valero considera que el desarrollo del talento requiere principalmente de un trabajo y esfuerzo individual. “Es un trabajo fundamentalmente de cada uno de nosotros”, apunta. Un empeño personal que ha hecho posible gestas como la del también aragonés Santiago Ramón y Cajal, quien hizo su trabajo solo”, a pesar de lo cual obtuvo el premio Nobel en Fisiología y Medicina en 1906 por su descubrimiento de la estructura y funcionamiento del cerebro. De hecho, Mateo Valero, que actualmente está releyendo ‘El mundo visto a los ochenta años’, obra de Ramón y Cajal, observa cómo las reflexiones del Nobel en dicho libro “podrían haberse escrito hoy en día”.

Un pensamiento que el profesor transmite a los talentos del mañana, particularmente a los niños de la escuela de su localidad natal, Alfamén, que lleva su nombre, a los que se motiva en las charlas que imparte invitado por la institución educativa.  “Yo les digo: seréis lo que vosotros queráis ser”, concluye.