En un debut notable, con cinco jugadores por encima de los diez puntos, con muchos focos de atención por el elevado número de novedades, las estadísticas señalaron a Jamel McLean como el MVP del Casademont Zaragoza. Ante el Baxi Manresa acabó con 21 créditos de valoración, más que nadie, gracias a sus 15 puntos, 7 rebotes y 6 faltas recibidas. Su físico puede llevar a engaño. Su juego es la prueba del algodón. No hay duda sobre la profesión de McLean: pívot.

Sus características, un cinco de 2,03, más bajito que los cuatros, podían hacer dudar en el verano, sobre todo después de la experiencia con Jacob Wiley la temporada pasada, que no terminó de encajar. Y es más que posible que McLean sufra un tanto cuando se mida a las grandes torres de la Liga, a los Poirier o los Tavares, por poner dos casos, pero en su estreno demostró que conoce sobradamente el oficio y eso le permite suplir su falta de centímetros con el rival a base de calidad, buen uso del cuerpo, buenos movimientos, rapidez de piernas y energía.

No partió de inicio en el estreno ante el Manresa porque Jaume Ponsarnau apostó por Hlinason en el quinteto inicial, pero el islandés no tuvo un buen comienzo y hubo de sentarse pronto por personales. McLean tuvo al final 26.33 minutos de juego en los que se fajó con los interiores manresanos y casi siempre salió victorioso. No se colgó del aro, no ganó nada por altura pero sí por insistencia, trabajo e inteligencia. Capturó siete rebotes, la mejor cifra del equipo, cuatro de ellos ofensivos por la voluntad de ir una y otra vez a por el balón. Le hicieron seis faltas personales, también la cifra más alta del conjunto aragonés, y fue el único de los que tuvo protagonismo al que no le señalaron ninguna en contra. Además, mostró asimismo buena mano desde el tiro libre (5/7).

El debut

Con él en pista el Casademont fue mejor que su rival y demostró que puede ser una buena referencia para el juego interior. Que darle el balón a él puede producir casi siempre cosas positivas para el equipo. Esa fue la primera impresión, con fuego real, en el debut del neoyorkino en la Liga Endesa. Con el paso de las jornadas crecerá el conocimiento que el jugador tenga de la competición pero también el que los rivales tengan de él.

Además, falta que el equipo tenga un mayor conocimiento de sí mismo, de sus virtudes (y defectos) individuales y colectivos. Ahora, como explicó Ponsarnau después del partido, se trata de que el grupo aprenda a aprovechar el talento que tiene cada jugador para ponerlo al servicio del equipo y generar cosas positivas. No hay mucho tiempo para trabajar, eso sí. Al Casademont le espera el Bilbao este jueves y, el sábado, recibirá al San Pablo Burgos.