Si todavía quedaba alguna apagada, en Burgos terminaron de encenderse todas las alarmas en el Casademont Zaragoza. No solo porque el equipo, por primera vez en toda la temporada, y en varias temporadas, ocupa ya una de las dos plazas de descenso a la LEB Oro, sino porque la imagen y las sensaciones volvieron a ser igual de preocupantes que siempre con el agravante de que el club ha disparado dos potentes balas la última semana con el cambio de entrenador y del anotador del equipo sin mejora aparente. La situación del Casademont Zaragoza es crítica, aunque todavía no irreversible. Alerta roja.

El equipo aragonés lleva tiempo cayendo por una pendiente cada vez más prolongada y sin que se adivine freno por ningún lado. Los números hablan por sí solos: el Casademont Zaragoza es el peor equipo de la ACB en esta segunda vuelta. Solo ha ganado uno de los ocho partidos que ha disputado, contra el Unicaja, mientras que todos sus rivales han sumado más. Hasta el colista Betis ha logrado dos triunfos y ha disputado un partido menos. El Obradoiro también lleva dos, el Burgos ha conseguido cuatro y tres el Andorra, Fuenlabrada y Unicaja, que ya ha tomado dos cuerpos de ventaja con respecto al descenso.

El cuadro zaragozano anda también a la cola en la mayoría de rankings estadísticos colectivos, es el segundo que menos puntos anota, el segundo que menos valora, el que menos asistencias reparte, el que menos triples mete y, además, con peor porcentaje. Datos que muestran con elocuencia el problema colectivo que tiene el equipo, porque casi nada funciona. La entidad ha hecho cambios y cambios en todas las parcelas y puestos del equipo, pero la reacción no llega.

El estreno de Dragan Sakota en el banquillo fue decepcionante. No tanto por la derrota como por el hecho de que el técnico apenas cambiara nada de su predecesor. En cuatro días no pueden pedirse milagros ni existen las recetas mágicas, pero que el serbio no modificara ni uno solo de los roles del equipo, que no introdujera ninguna variante, no solo resulta incomprensible, sino que puede haber diluido buena parte del efecto revulsivo que conlleva todo cambio de banquillo porque ahora es más difícil que los jugadores tengan la sensación de que pueden ganarse nada nuevo.

Tampoco la llegada de Kilpatrick ha solucionado gran cosa en su estreno. El Casademont lleva meses fichando cosas que no necesita y este puede ser un ejemplo más. Es verdad que el equipo requiere de más puntos (en unos raquíticos 56 volvió a quedarse en Burgos), pero su mayor problema es de generación de juego, no de no contar con jugadores capaces de anotar. Mobley, que ahora se ha quedado sin sitio, es el segundo mejor anotador del equipo, con una media de 10,3 por partido, y ha sido capaz de llegar o rozar la veintena en seis jornadas. Además, Kilpatrick llega después de una lesión y parece que va a necesitar tiempo para ponerse a tono. Justo lo que no tiene el Casademont Zaragoza.

Mientras, el escolta titular sigue siendo Jordan Bone. Un base al que nadie pone de base aunque en esa posición esté uno de los grandes problemas del equipo porque ni Cook ni San Miguel tienen ya el ritmo necesario como para ser la gran referencia en la generación de juego. El otro gran agujero de la plantilla está por dentro. Jaume Ponsarnau asumió el error del fichaje de McLean porque físicamente ya no estaba para rendir como esperaban de él en la ACB. Pero no fue solo un error en la elección del jugador, sino de concepto. Porque la solución a McLean fue Deon Thompson, otro cuatro para jugar de cinco que, además venía peor físicamente desde Puerto Rico, y que sufre horrores contra pívots altos. Algo que tienen casi todos los equipos.

Un error más en esta temporada en la que se ha visto obligado a fichar primero por lesiones y después por rendimiento. Solo Waczynski ha resultado un acierto, aunque en las últimas semanas ha perdido su rol y ha rebajado sus prestaciones, porque Sipahi fue un fiasco de principio a fin, Bone no juega para lo que vino, Thompson es más de lo mismo, Kilpatrick comenzó con solo cuatro puntos de cuatro tiros libres y -5 de valoración y Sakota tuvo un duro contacto con la realidad de la ACB. Al Casademont le quedan nueve partidos, tres de ellos duelos directos contra Betis, Andorra y Obradoiro, pero debe empezar a cambiar ya porque su situación es crítica. Está en alerta roja.