SUCESOS EN ARAGÓN

Crónica negra en Zaragoza: los crímenes de la Cincomarzada

La cita estuvo marcada en 1990 y 1992 por dos asesinatos al ser apuñalado un repartidor de cerveza y ser asfixiada una joven y, en 2006, una mujer murió al caerle un árbol en el Tío Jorge

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Mercedes Lázaro fue asfixiada el 5 de marzo de 1992 en un garaje por un soldado norteamericano. | ÁNGEL DE CASTRO

Mercedes Lázaro fue asfixiada el 5 de marzo de 1992 en un garaje por un soldado norteamericano. | ÁNGEL DE CASTRO / A. T. B.

La celebración de la Cincomarzada tiene su origen en un enfrentamiento bélico en el que corrió la sangre por las calles de Zaragoza como consecuencia de un efímero combate entre los isabelinos y los carlistas. Desde 1838, la ciudad se enorgullece de la victoria de sus antecesores con una festividad que, a día de hoy, congrega a miles de zaragozanos en el parque Tío Jorge con reivindicaciones, cerveza y música de por medio. Pero, casi dos siglos después de este episodio, pocos ya mencionan entre los corrillos nombres como el del turolense Juan Cabañero y su papel como instigador del ataque a la capital aragonesa. Entre estos corrillos sí que se recuerdan algunas anécdotas vinculadas a la celebración de anteriores Cincomarzadas, alguna de ellas recogidas en las páginas de sucesos y tribunales de la prensa diaria aragonesa. Y es que, en 1990 y 1992, sendos asesinatos ensangrentaron la festividad al ser apuñalado un repartidor de La Zaragozana que recogía los botellines de cerveza en su camión y morir asfixiada una joven en un garaje de la calle Fueros de Aragón.

Son dos crímenes que, para más inri, no han tenido recorrido en la vía judicial. El primero de ellos prescribió al transcurrir más de 20 años sin que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado identificaran y detuvieran al criminal. También quedó impune el segundo, aunque en este caso por cuestiones del azar al fallecer víctima de un cáncer el sospechoso –Malcom Harvey, un marine estadounidense destinado en la Base Americana de Zaragoza– una vez logró identificarlo el Grupo de Homicidios de la Jefatura Superior de Policía de Aragón. Cuando los investigadores dieron con su identidad e iniciaron las gestiones con el FBI para detenerlo, descubrieron que ya había fallecido.

El cadáver de la víctima –Mercedes Lázaro San Miguel– fue descubierto la noche del 4 al 5 de marzo de 1992 en la plaza número 37 del garaje de su domicilio ubicado en el 7-9 de la calle Fueros de Aragón. Vísperas de una nueva edición de la Cincomarzada, la ciudad quedó conmocionada al conocer que esta joven de 25 años había sido asfixiada. No existían indicios de que hubiera sido víctima de una agresión sexual más allá de que su cuerpo presentaba moratones en el cuello y sus zapatos estaban colocados de forma especial. Fue este último detalle el que permitió a los investigadores vincular el móvil del crimen a un tipo de fetichismo porque, solo 42 días después, apareció otro cadáver en el portal del número 6 de la avenida Gómez Laguna. Quien acabó con su vida le arrebató sus zapatos.

Técnica del mataleón

En ambas ocasiones, las jóvenes fueron abordadas por sus espaldas y estranguladas con la técnica del mataleón: el asesino colocó su brazo en el cuello, les hizo una especie de pinza en su mandíbula con la mano que les quedaba libre y les giró el cuello. Este mismo modus operandi y una medalla de oro junto al cadáver de una de las víctimas condujo a los agentes hasta Malcom Harvey, aunque no pudo ser puesto a disposición de la Justicia aragonesa porque ya había muerto al ser localizado.

Una mujer murió al caerle una acacia el 5 de marzo de 2006. | EL PERIÓDICO

Tío Jorge 8 Una mujer murió al caerle una acacia el 5 de marzo de 2006. | EL PERIÓDICO / A. T. B.

Apenas dos años antes del asesinato de Mercedes Lázaro, la Cincomarzada de 1990 quedó empañada por la muerte de José Andrés Cocián Guerrero, que fue apuñalado en el abdomen cuando recogía en su camión las botellas de cerveza que otros se habían bebido en el parque Tío Jorge. El escenario de celebración de la cita zaragozana se convirtió también en el escenario de un crimen que quedó impune porque nada se averiguó del paradero del criminal. Al parecer, quien hoy no se sabe si está vivo o muerto, intentó robarle una caja de cervezas a la víctima y le apuñaló con un cuchillo de grandes dimensiones al encontrar resistencia.

En su día, desde el Grupo de Homicidios se encontraron con muchas dificultades para esclarecer el crimen porque la agresión se desató ya de noche y los testigos apenas pudieron aportar detalles relevantes a los investigadores. Sí que se llegó a detener a un riojano con antecedentes penales por robo, pero fue puesto en libertad porque tenía coartada.

Más allá de estos episodios vinculados a la sangre premeditada de la crónica negra y su efeméride en la fecha de la Cincomarzada, esta cita también ha lamentado otros episodios desgraciados con el mismo desenlace. En 2006, una mujer de 40 años murió en el parque Tío Jorge al caerle la rama de una acacia que le provocó un traumatismo cranoencefálico. La víctima falleció en el hospital Universitario Miguel Servet a los cinco días y otras dos personas resultaron heridas como consecuencia de las fuertes rachas de viento que provocaron la caída de la rama.

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