Las esculturas hinchables vienen teniendo un papel primordial en la obra de Max Streicher desde 1991. La Galería Miguel Marcos de Zaragoza (calle Ciprés s/n) muestra desde el pasado martes y hasta el 5 de diciembre cinco grandes piezas de este artista canadiense nacido en 1958. Por medio de unos relés temporizados, estas figuras descomunales de hombres y de caballos crecen en vida y movimiento o decaen en la dirección del colapso.

La impresión es mucho más fuerte que el simple sentir que respiran, porque no son sólo los pulmones de esas figuras los que se hinchan, sino que el vigor del aire insuflado se transmite también a las cabezas y los miembros e implica a la tensión vital completa, al ánimo (èlan vital) y al movimiento. por lo que inspirar o espirar el aire parece aquí ser cosa de vida o muerte

Y todo eso se despliega en el espacio de la galería normalmente destinado al público, ante las paredes vacías, del mismo color blanco que esos volúmenes tallados mediante decenas de costuras hasta adoptar ese aire naturalista incluso en el movimiento, en el estudiado balanceo entre el ser y el no ser, cuando parece que cobran vida o la abandonan.

También han sido estas figuras expuestas en espacios públicos, en áticos, callejones o plazas de grandes ciudades, o en el campo. Las nubes descienden al nivel de los hombres y los gigantes suben a los cielos, escribió el propio artista.

Pero impresionan más en espacios cerrados. Entonces se erigen como construcciones fuera de escala que trasladan al visitante a la duda sobre la consistencia, vigencia, de la escala propia, de la escala del espacio interior, y que ahora ocupan ese espacio habitualmente dedicado al tránsito de personas que visitan exposiciones de pintura.

Dos figuras humanas confeccionadas con tela de vela de veleros que se inflan y desinflan alternadamente dan la impresión de que uno existe a costa del otro. Los hinchables son de por si, obras de encantamiento, fantasía y optimismo; aún así a veces las cosas se tuercen . En las obras de Streicher la posible afección del espíritu ante los caprichos del aire adquiere formas distintas.