FESTIVAL EN EL CAMINO DE SANTIAGO

Crítica de Javier Losilla de Savall y Díaz-Latorre: Festín en Canfranc con folías mundanas y vacas romanescas

Los artistas ofrecieron un sugerente repertorio titulado 'Folías & Romanescas. Del Antiguo al Nuevo Mundo'

Jordi Savall y Xavier Díaz-Latorre durante el concierto.

Jordi Savall y Xavier Díaz-Latorre durante el concierto.

Javier Losilla

Javier Losilla

Habitual en las programaciones del festival En el Camino de Santiago, el singular violagambista Jordi Savall ha vuelto este año a los escenarios pirenaicos. Lo hizo el domingo, donde actuó en la iglesia parroquial Canfranc Estación, acompañado por uno de sus colaboradores más asiduos: Xavier Díaz-Latorre (tiorba y guitarra barroca), uno de los grandes instrumentistas de cuerda pulsada que habitan las Españas. Juntos (y también en solitario) ofrecieron un sugerente repertorio titulado 'Folías & Romanescas. Del Antiguo al Nuevo Mundo'.

Tanto la folía (danza de origen popular adaptada posteriormente a los ambientes cortesanos) como la romanesca (denominación italiana para una estructura melódico-armónica desarrollada es España a partir del tema folclórico Guárdame las vacas) proceden del siglo XVI y sus esquemas musicales facilitan la improvisación.

Un repertorio brillante

Con 'Recercadas para tenores', del compositor, violagambista y teórico renacentista Diego Ortiz comenzó el concierto a cuatro manos; luego, Savall, en solitario, demostró a través de 'Musicall Humors' (1605), la fascinante obra del outsider escocés 'Tobias Hume', que la música antigua desprende una modernidad extraordinaria. De vuelta al dúo asistimos a una de las partes más brillantes del concierto: la que enlazó la romanesca 'Greensleeves', melodía tradicional del folclore inglés, mencionada en la shakesperiana 'Las alegres comadres de Windsor', cuya composición la leyenda atribuye a Enrique VIII de Inglaterra (con o sin texto, la pieza ha sido recreada desde Elvis Presley a Ray Barreto, pasando por Leonard Cohen Jeff Beck y Marianne Faithfull), con un magnífico ejemplo de cómo la folía, al viajar a tierras americanas, tomó nuevas formas y tonalidades: una vibrante guaracha, en la que Jordi Savall (81 años recién cumplidos, aunque me aseguró que se ya se había plantado en los 60) volvió a dejar patente por qué es un grande entre los grandes, escrita por el mexicano Juan García de Zéspedes (1619–1678).

La iglesia de Canfranc-Estación acogió el domingo el concierto de Savall y Díaz-Latorre.

La iglesia de Canfranc-Estación acogió el domingo el concierto de Savall y Díaz-Latorre.

'Diferencias sobre las folías', toda una lección escrita alrededor de 1690 por Antonio Martín y Coll, precedió a la brillantez con la que Xavier Díaz-Latorre interpretó con la guitarra barroca la muy excitante 'Jácaras & Canarios', del aragonés (de Calanda) Gaspar Sanz, una de las luminarias del Barroco español. Luego, 'The Lancashire Pipes', una colección de soberbias piezas escocesas, sonó gozosa en la viola de Savall antes de que el dúo abordase el conjunto de variaciones 'Todo el mundo en general', de Francisco Correa de Arauxo; las improvisaciones sobre el anónimo 'Canarios', con Savall apurando los agudos, en pura onomatopeya, simulando el canto de los pájaros, y un final explosivo con la 'Gallarda Napolitana', de Antonio Valente, idéntica a 'El jarabe loco', un son jarocho mexicano (de ahí su voluptuosidad).

Los abundantes y sonoros aplausos del público obligaron a la pareja de intérpretes a saludar en varias ocasiones y a volver a tomar los instrumentos para el esperadísimo bis

Los abundantes y sonoros aplausos del público obligaron a la pareja de intérpretes a saludar en varias ocasiones y a volver a tomar los instrumentos para el esperadísimo bis. Para la ocasión Savall eligió dos obras del 'Códice Trujillo de Perú' (20 piezas, que acompañan a cerca de 1.500 ilustraciones, recopiladas en el siglo XVIII por Baltasar Jaime Martínez Compañón, obispo de Trujillo en el Virreinato de Perú): una que sonó como una oración y dedicó a las víctimas de la guerra de Ucrania, y una festiva cachua, danza de origen indígena.

Y así, entre folías y vacas romanescas disfrutamos de un viaje sonoro excepcional, saltando, sin movernos de los espartanos bancos eclesiales, del viejo al nuevo mundo. Eso sí que es una peregrinación.

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