Las 'Turbulencias' de Javier Losilla: Canciones para evitar el suicidio

Músicas, miradas y lecturas en la salida del estado invernal

Portada del disco 'Fragments. Time out of mind sessions', de Dylan.

Portada del disco 'Fragments. Time out of mind sessions', de Dylan.

Javier Losilla

Javier Losilla

En el principio fueron el verbo y Bob Dylan. Y en 1997, tras dos grabaciones armadas con canciones tradicionales ('Good as I been To You', 1992, y 'World Gone Wrong', 1993) y antes de quedar temporalmente fuera de juego por una histoplasmosis, el bardo de Minnesota publicó 'Time Out Of Mind'. Tenía 56 años. Llamó para producirlo Daniel Lanois, con quien ya había trabajado en 'Oh Mercy!' en 1989. Dicen que Dylan no quedó satisfecho con la faena de Lanois, pero el álbum ganó un Grammy y, lo más importante: se inscribió en la Historia como una apuesta sonora sobresaliente.

¿Por qué? Pues, entre otras cosas, porque enlazaba conceptualmente con viejas y notables grabaciones de Dylan como 'Highway 61 Revisited' (1967) y, a la vez, marcaba parte del camino que el músico iba a recorrer a partir de entonces. Bien, pues ahora, dentro de esa interminable (como su gira) de 'bootlegs', se ha editado 'Fragments. Time Out Of Mind Sessions' (1996-1997). Pero ojo, porque hay varias versiones del paquete: una edición limitada, la leche de luxe, configurada por diez vinilos; otra, compuesta por cinco CD; una configurada por dos CD y una cuarta (la que yo dispongo), que contiene cuatro elepés. Y el correspondiente y vistoso libreto informativo.

El primer y segundo vinilos ofrecen remezclado el disco original. La nueva mixtura, probablemente más del agrado de Dylan que la original, se muestra menos sombría que la de 1996 y con un sonido más expansivo. Los otros dos elepés (lamentablemente no contienen directos como el pack de diez y la caja de cinco CD), ofrecen versiones de 'Dirt Road Blues', 'Love Sick', 'Tryin’ Get To Heaven', 'Make You Feel My Love', 'Can’t Wait', 'Standing In the Doorway', 'Not Dark Yet', 'Cold Irons Bound' y 'Highlands'. 

Por otra parte, piezas como 'Red River Shore' y 'Mississippi', registradas en las sesiones primigenias, pero luego descartadas, y 'The Water Is Wide', una balada escocesa grabada en 1996, no procedente de las cintas de 'Time Out Of Mine', que ve la luz por primera vez. En resumen, más madera fina de Bob, el gran mutante. Por cierto: Dylan actuará en Huesca el 17 del próximo junio. 

Diez obras configuran la espléndida exposición 'Canción de Pedro Costa', del director de cine portugués Pedro Costa, maestro del claroscuro, a quien no le gusta que lo comparen con Caravaggio porque él prefiere a Brueghel. Comisariada por Javier Codesal, se puede ver en La Virreina. Centre de la imatge (Barcelona) hasta el 23 de abril. La muestra gira en torno al rostro, la voz y la canción como señas personales, pero también sobre el conflicto que ocasiona la presión de la Historia sobre las historias individuales. 

Frustración y vulnerabilidad. Esos ingredientes dan contenido emocional al trabajo de la artista zaragozana Gema Rupérez. Su exposición 'Statu Quo' (IAACC Pablo Serrano, hasta el 26 de marzo) reúne una serie de instalaciones que cuestionan lo establecido y generan puntos de fricción y confrontación entre lo individual y lo colectivo. 'Statu Quo' pone en jaque al espectador, obligándole a participar en un tránsito en que, a la vez que le advierte de los conflictos sociales, le obliga a tomar partido. Pocas ofertas artísticas tan poderosas como esta suelen verse con frecuencia en la inmortal Saraqusta.

«¿El pelo negro es político?» se pregunta Emma Dabiri en el singular ensayo 'No me toques el pelo. Origen e historia del cabello afro' (Capitán Swing). Y se responde: «Pues claro que lo es». El pelo ha sido históricamente motivo de discriminación para las personas de ascendencia africana (el obligado alisamiento para parecer menos negras), pero a través de un certero e irónico recorrido por el peinado negro, Emma, revisa tanto las consecuencias sociales de la esclavitud como del colonialismo. Su propia experiencia sirve de guía para adentrarnos en territorios, épocas, ideas y movimientos que han ido configurando el devenir de los descendientes de quienes fueron arrancados de sus países y vendidos como esclavos. Hay rigor, ironía y también agradecida mala leche en este vigoroso y elocuente 'tratado capilar'.

No se busque en 'Menos que un perro: el mundo que compuse' (Libros del Kultrum) unas memorias al uso. Ampliada y revisada, y con el añadido de tres textos inéditos ('Carta abierta a Miles Davis', '¿Qué es un compositor de jazz?' y las dos entregas del 'Blindfold Test' de 1960 para la revista 'Downbeat') esta autobiografía del gran agitador e innovador del jazz Charles Mingus no es un tratado de música sino una cascada de vivencias que configuran un carácter y una manera de mantenerse en el mundo en tiempos revueltos. Sí, Charles nos habla (en tercera persona) de sus relaciones con sus colegas, pero sobre todo traza una perturbadora y singular cascada de acontecimientos tan poderosos y como su música. 

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