Entrevista

Josep Maria Miró: "Dedicarse al teatro siempre es una actividad de resistencia"

"La obra ‘El principio de Arquímedes’ habla de cómo ordenamos nuestros miedos"

Josep Maria Miró esta semana en la Casa de la Cultura de Tacoronte.

Josep Maria Miró esta semana en la Casa de la Cultura de Tacoronte. / Carsten W. Lauritsen

Almudena Cruz

Josep Maria Miró (Barcelona, 1977) está entre los autores contemporáneos más internacionales del país. Ha recibido más de una decena de galardones por sus textos teatrales, entre los que destacan el Premio Nacional de Literatura Dramática y el Premio Max. Esta semana estuvo en Tenerife para acudir al estreno de la adaptación que sobre su obra ‘El principio de Arquímedes’ ha realizado Delirium Teatro.

¿Cuántas veces se habrá puesto en escena El principio de Arquímedes desde que usted la creó?

Pierdo un poco las cuentas pero deben haber sido ya casi unas 50 producciones y me parece que 15 o 20 lecturas teatralizadas.

Como autor, al sentarse a ver todas esas relecturas teatrales de su obra, ¿siente vértigo?

No. Siempre digo que yo escribo un texto y ese texto luego está para que tenga vida y le pasen cosas. De hecho, intento desapegarme un poco y pensar que este texto lo escribí en 2011 y que tiene que hacer su recorrido natural. Mi trabajo ya está hecho, yo ahora estoy escribiendo otras cosas. Lo bueno es tener esta sensación de que algo que escribiste en un momento tan concreto haya tenido una continuidad. Además, el hecho de que pase en escenarios tan diferentes quiere decir que hay alguna cosa de este material que conecta con sociedades y teatralidades muy diferentes. Porque de Rusia a Costa Rica, Argentina, Croacia, Portugal o Canarias hay muchos kilómetros y, a la vez, alguna cosa que debe conectar con todos ellos.

¿Asiste a menudo a los estrenos de su texto, como en esta ocasión en Tacoronte?

Sí, he viajado bastante. No a todos, porque me sería imposible, pero sí al menos a unos 20. Los he visto y siempre digo que es un texto que me ha dado mucha visibilidad en muchos lugares diferentes y me ha permitido acercarme a teatralidades, ciudades y realidades diferentes. 

El teatro es, sin duda, una de las disciplinas artísticas que más pegada está a la actualidad. En el caso de El principio de Arquímedes es como si hoy estuviera más de actualidad que cuando lo escribió, en 2011.

Sí, porque el argumento es muy simple. Es una obra que transcurre íntegramente en los vestuarios de un club de natación. Es el día en que los niños se sacan la burbujita para nadar sin ayuda y hay un niño que tiene miedo y llora. A partir de aquí, los padres se quejan por cómo uno de los entrenadores ha gestionado el miedo de este niño: le ha abrazado y le ha dado un beso. Este abrazo y este beso, que es una cosa aparentemente muy pequeña, se convierte en un problema muy grande porque se está poniendo en valor cuál es la motivación. Si tiene que ver sólo con la protección o si hay alguna cosa un poco más oscura. Claro, cuando escribí este texto en 2011 ahí estaba ya la intuición de una sociedad de control y asustada. En estos años ha habido la confirmación. Tenemos todo el tema del linchamiento en redes, el tema del me too y hay una serie de temáticas muy serias con las que tenemos que estar alerta y comprometidos. También, evidentemente, ha habido una pérdida de libertades y esta obra sitúa desde qué lugar colocamos nuestros miedos, cómo los ordenamos y cuáles son los vínculos de confianza que tenemos que establecer cuando hay triángulos tan delicados como el de padres, niños y un entrenador de natación, por ejemplo. Pone en cuestión la forma en la que nos relacionamos con nuestros miedos y las personas que tutorizan a nuestros hijos.

"Quiero poner en primer plano es el rigor, el compromiso y la complicidad que he encontrado en Delirium Teatro"

Severiano García, director de Delirium Teatro, habla de las dificultades que una compañía decana como la suya debe afrontar para seguir produciendo teatro año tras año. Al tiempo, es la primera vez que un texto suyo llega a las Islas. Es curioso que viajara primero a Rusia que a Canarias, ¿no?

A ver, hay una cuestión que es evidente que es la insularidad pero en todo caso los textos son libres. Mover una producción desde Barcelona o Madrid hasta Canarias siempre es mucho más complejo porque es necesario desplazar capital humano, de producción y técnico. Los textos corren. Hay una cosa que sí que es importante, que haya una compañía como Delirium que tiene 38 años a sus espaldas. Eso no lo puede contar todo el mundo porque es dedicarse al teatro siempre es una actividad de resistencia. Ellos aseguran que tenían este texto encima de la mesa desde hacía tiempo. En España se ha visto pero, en el fondo, las producciones han sido principalmente en Madrid, Barcelona, Valencia, una en el País Vasco y una en Galicia. Hubo en las cuatro lenguas oficiales y esta sería la primera producción en castellano en una geografía diferente a la de las plazas principales. Pienso que es buenísimo que pase esto y en este sentido hay un equipo de gente detrás importantísimo. He estado en contacto con ellos estos meses y si hay algo que quiero poner ahora en primer plano es el rigor, el compromiso y la complicidad que he encontrado en Delirium Teatro. Yo soy poco intrusivo con estos procesos porque me parece que me toca ir el día del estreno y ya. De hecho, estoy súper tranquilo. A parte, cuando hablas con el equipo ya intuyes la lectura. Aquí estoy como autor pero yo también he dirigido este material y estos días he hablado un poco con Severiano sobre temas referentes a la dirección y creo que algunas de las decisiones tomadas son muy interesantes y buenas.

¿Nos podría adelantar algo sobre los textos en los que está trabajando ahora mismo?

En 2020 escribí una obra con un título muy largo, que es con la que el año pasado recibí el Premio Nacional: El cuerpo más bonito que se habrá encontrado nunca en este lugar. Levantamos el espectáculo en Barcelona con uno de nuestros grandes actores que es Pere Arquillué, que además acaba de recibir un Premio Max. Esto, a final de año, lo volveremos a retomar y luego se irá a Madrid. Mientras tanto sigo escribiendo. De hecho, si me llegan a abrir la maleta en el aeropuerto habrían encontrado un montón de libros de transformismo y travestis. Estoy escribiendo un espectáculo nuevo que empezamos a ensayar ya y que va para el Grec, que es el festival de verano de Barcelona. Se llama Yo travesti, lo interpreta Roberto G. Alonso. Es un amigo que se considera mejor actriz que actor. Se siente actriz. Hacemos todo un viaje por la cultura travesti, sobre la cultura del transformismo y de los imitadores de estrellas. Nos parece que es una cosa reciente pero es algo que ya existía en la España de principios del siglo XX. El país era mucho más moderno, había una parte muy canalla muy interesante. Lo vamos a estrenar en la cárcel Modelo, que ya ha dejado de ser cárcel pero que fue un centro de represión franquista. Nos parecía que un espacio donde se torturó, se encarceló y se castigó a gentes por su disidencia de orientación sexual y de género era lo adecuado. Al hacerlo allí, no necesitaremos ni luces ni escenografía. Tenemos en esos pasillos y celdas, un espacio con un peso y una carga de memoria y de activismo político imprescindible.