NOVEDAD EDITORIAL

Virginia Mendoza (presenta 'La sed' en Cálamo): "Hoy bebemos y encendemos la luz con algo que sin sed no existiría"

La escritora, periodista y antropóloga, residente en Castelserás, presenta en la librería Cálamo de Zaragoza (este miércoles 19.00 horas) su ambiciosa obra

Virginia Mendoza, que reside en Castelserás, presenta en Cálamo su nueva obra, ‘La sed’.

Virginia Mendoza, que reside en Castelserás, presenta en Cálamo su nueva obra, ‘La sed’. / JAIME GALINDO

Daniel Monserrat

Daniel Monserrat

Virginia Mendoza, periodista y antropóloga, acaba de publicar 'La sed. Una historia antropológica (y personal) de la vida en tierras de agua escasa (Debate)'. Nació en La Mancha, ahora reside en el municipio turolense de Castelserás, y ha escrito un ambicioso ensayo literario que combina con crónicas periodísticas, investigación, historia y antropología. Casi nada. Y lo más importante, sale indemne de semejante desafío. Este miércoles (19.00 horas) presenta la obra, que será traducida al inglés, italiano y holandés, en la librería Cálamo de Zaragoza. 

-Nos hemos olvidado que igual lo normal no es abrir un grifo a cualquier hora y que salga agua y abundante…

-Totalmente. Nos hemos acostumbrado tanto a que eso sea así que parece inconcebible, lejano y muy antiguo. Pero algunos, incluso no tan mayores, hemos crecido con restricciones extremas en un país en el que cuesta creerlo cuando lo cuentas.

-Lo deja muy claro casi al principio del libro, habla de sed y no de sequía, ¿por qué?

-Porque no quería convertir al ser humano en una marioneta del clima y porque hablar de sed me permite contar lo que de verdad quiero contar, que es nuestra relación con el agua y su ausencia. Históricamente, en tiempos de sequía extrema, nuestros antepasados se adaptaron, innovaron, se fueron a otra parte, recurrieron a rituales de invocación de lluvia y buscaron culpables y los castigaron, ya fuera mediante acusaciones de brujería, castigo a los santos, a los hacedores de lluvia y a los acaparadores del agua o del grano. Me interesa especialmente esto último y por eso hablo de sed: cuando se culpa a una sequía de una hambruna, por ejemplo, suele haber manos humanas detrás. Se une la sequía, el despotismo, la guerra, la avaricia, el reparto injusto, etc.

-¿De dónde viene su relación con el agua?

-De la escasez con la que crecí. En los años noventa, en mi pueblo llegamos a tener agua en las casas apenas un rato al día. Mi abuelo era el encargado de las aguas del pueblo y yo le acompañaba a abrir y cerrar el agua del pueblo. Pero esto no es algo propio de mí ni de mi generación, viene de más lejos: vengo de una tierra en la que se recurrió al olivo, a la vid o a los cereales porque acudir a cultivos que toleraran cierta aridez era la forma de quedarse. Tenemos incluso un plato para los días de lluvia, las gachas, lo que habla bastante de cómo la sed influye incluso en la gastronomía en La Mancha, cuyo origen etimológico se cree que es, al igual que el Kalahari, “tierra seca”.

"Cuando se culpa a una sequía de una hambruna suele haber manos humanas detrás"

-¿Se podría decir que el ser humano ha cambiado más ante la falta de agua que ante la presencia de la misma o sería muy exagerado hablar así?

-No estoy segura de que haya sido así porque ocurre en los dos sentidos. Hay quienes creen que somos fruto de la escasez, que los momentos en los que vivimos al límite nos fueron convirtiendo en lo que somos, pero también los hay que creen que gracias a la abundancia y en contextos en los que el clima nos daba una tregua pudimos, por ejemplo, tener la tranquilidad de ponernos a escribir o construir catedrales. Catedrales que, dicho sea de paso, en muchos casos se construían precisamente después de esos momentos extremos, como una forma de dar las gracias por haber sobrevivido y volver a vivir con cierta abundancia. Así que hay una interrelación constante entre las dos versiones. Igual ocurre con la salida de África: unos piensan que lo hicimos en tiempos templados, gracias a los corredores que se abrían y que permitían el desplazamiento, pero está también la versión que cuenta que nuestros antepasados dejaron África porque les perseguía la escasez. Como fuera, ¿no hablamos de lo mismo? Quiero decir, si te has ido en un buen momento después de haber vivido uno horrible, ¿no será que prefieres que no te vuelva a pillar algo así?

Virginia Mendoza aborda la sed en su nueva y ambiciosa obra.

Virginia Mendoza aborda la sed en su nueva y ambiciosa obra. / YOELY ESTUDIO FOTOGRAFÍA

-¿La sed hermana pueblos? Me refiero en el sentido de que quizá no es tan distinto el ser humano ante la ausencia de agua en cualquier parte del mundo. Usted ha hecho casi una historia de la humanidad sobre esto.

-Los hermana en ese sentido y los divide en otros. Pero sí, la verdad es que no veo mucha diferencia entre una danza de la lluvia cherokee, una pelea de tigres mexicana, la fiesta Paparuda rumana, una boda entre una vaca y un toro en la India y una rogativa pro pluviam a San Isidro o una isqilla musulmana. En todos esos rituales participan personas que tienen tanto miedo a que no vuelva a llover que han heredado los rituales que unían a sus antepasados en esas situaciones extremas.

Portada del libro de Virginia Mendoza.

Portada del libro de Virginia Mendoza. / DEBATE

-Dice que su libro no es un ensayo pero lo cierto es que tiene mucho de ello aunque la parte periodística, narradora y antropológica, es lo que convierte a ‘La sed’ en un libro diferente, ¿cómo concibió esta obra en sus inicios?

-No es un ensayo en el sentido estricto. Quería ser honesta desde el subtítulo y dejar claro que hay una parte personal y que por tanto es más bien un híbrido. Solamente son fragmentos, muy diferenciados del resto, que sí es ensayo. Como lectora, me siento engañada cuando me venden algo como ensayo y descubro que no tiene bibliografía o que es pura opinión a partir de vivencias personales. Y no quería que nadie se sintiese así cuando de pronto apareciese mi abuela con sus cosas, jajaja.

"En todos esos rituales participan personas que tienen tanto miedo a que no vuelva a llover que han heredado los rituales que unían a sus antepasados en esas situaciones extremas"

-¿Cuántos miedos o costumbres ha instalado en la sociedad la sed que tengan que ver con el agua o que vayan más allá?

-Hay una especie de fobia que parece universal en relación con el agua en dos sentidos: el miedo a la inundación y el miedo a que no vuelva a llover. A lo largo de la historia infinidad de culturas han creado sus mitos fundacionales en ese contexto: a partir de un diluvio o una sequía primigenia. Esto está tan presente que en pleno siglo XX nació y creció en Estados Unidos una secta que utilizó ese miedo a la inundación definitiva. Algunas personas llegaron a creer que se iban a salvar de una inundación que acabaría con el mundo y vendieron sus casas y abandonaron a sus familias. Como la inundación no llegó, también pensaron que había sido gracias a ellos.

-Usted apunta el hecho de que hasta la alimentación puede ser algo influenciado por la sed.

-Sí, comentaba más arriba en relación con los cultivos que mejor se adaptaban a un lugar como La Mancha. Pero, más allá de eso. Nuestros antepasados (todavía no humanos) aparecieron en el mundo al mismo tiempo que casi todo lo que hoy todavía nos alimenta. Tiempo después, cuando se cree que aparecieron los primeros humanos, se da un contexto glaciar. No sólo impera el frío, sino también (y sobre todo en África) la aridez. Es un momento en el que desaparece vegetación arbórea, pero proliferan especialmente las gramíneas. Algo así se repite a menudo con los cambios climáticos que experimentó la tierra. Si haces una comparativa entre grandes cambios climáticos, concretamente entre fases glaciares e interglaciares, encontrarás los grandes cambios de la humanidad, y eso incluye la alimentación, especialmente en los tiempos en los que predominaban el frío y la aridez. Incluso el crecimiento del cerebro se ha relacionado con el frío, pero ese contexto era también árido. Por ejemplo, la base de nuestra alimentación actual, procede de plantas y animales que domesticaron nuestros antepasados en muy poco tiempo. Y ese cambio se cree que comenzó en el Levante, que se convirtió en una especie de Jardín del Edén a pesar de que a su alrededor imperaba la aridez cuando los natufienses vivieron allí. Una vez más, a pesar de la aridez, las gramíneas evolucionaron y se adaptaron aun más a la aridez, como después ocurrió también en La Mancha, donde se ha encontrado un supertrigo que pudo evolucionar en condiciones de aridez extremas hace unos cuatro mil años.

"Éramos dos caras de una misma moneda y no teníamos historias tan diferentes, sino que partíamos de la misma historia en una península hídricamente desequilibrada y que bascula"

-Una idea en la que se detiene y desarrolla es que la sed está detrás de los embalses construidos y de los desalojos para su concepción, algo que es mucho más significativo de lo que pueda parecer.

-Llegué a 'La sed' precisamente porque venía de escribir sobre los embalses y el desarraigo de las personas que vivieron en aquellos lugares inundados para que hoy podamos tener agua. Es a ellos a quienes realmente se lo debemos y escribí un libro sobre una mujer que vivió en una huerta hoy desaparecida bajo el Embalse de Mequinenza. Preguntarme qué compartía con personas como Mercedes, a pesar de que nuestras historias eran tan diferentes, me hizo ver que veníamos de lo mismo. Éramos dos caras de una misma moneda y no teníamos historias tan diferentes, sino que partíamos de la misma historia en una península hídricamente desequilibrada y que bascula. En la península hay embalses desde tiempos de los romanos que nos hablan de una necesidad muy antigua de retener el agua. Los embalses que promovía Joaquín Costa a finales del siglo XIX eran para regadío. Pero después, sobre todo durante el Franquismo, cuando se dio el gran boom de construcción de presas, ya no eran sólo para regadío, sino también para generar electricidad. Así que hoy bebemos, regamos y encendemos la luz con algo que sin sed posiblemente no existiría. Tampoco existiría sin el sacrificio de decenas de miles de personas y cientos de pueblos que quedaron en el olvido.

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