OPINIÓN

Guardando las distancias: La eficiencia del dinero público y otros mantras

Para el ayuntamiento cambiar la Harinera no es algo ideológico ni económico. ¿Entonces? 

Harinera ZGZ está ubicada en el barrio de San José.

Harinera ZGZ está ubicada en el barrio de San José. / Miguel Ángel Gracia

Daniel Monserrat

Daniel Monserrat

La política cultural municipal tiene cosas que, a menudo me sorprenden mucho. Como, por ejemplo, lo tranquilas que estaban siendo las Comisiones de Cultura en el ayuntamiento esta legislatura si las comparábamos con las de la anterior o incluso con las de hace dos legislaturas. Una calma que se rompió totalmente esta semana con la petición de comparecencia de la consejera Sara Fernández por partida doble. Zaragoza en Común le requería explicaciones sobre el nuevo rumbo que pretenden darle a Harinera ZGZ (no sé si implicará también el cambio de nombre) y el PSOE quería saber las claves de la política cultural de esta legislatura.

No es que fuera una comisión bronca pero sí se dijeron cosas (acertadas o no, eso ya es cuestión de cada cual) que creo que necesitan una reflexión y quizá una explicación más pausada y detallada. Las posturas no se van a mover (sería de ilusos pensar a estas alturas que el ayuntamiento va a recular en algo o que la oposición va a pasar a apoyar sus iniciativas) pero lo cierto es que a mí hay aspectos que me llamaron la atención. Por ejemplo, que Sara Fernández negara que la decisión de la Harinera esté tomada desde la revancha ideológica pero, por otro lado, alegue que lo que pasa en Harinera es que no se deja entrar a todo el mundo (sea lo que signifique eso porque yo todavía sigo perplejo, tanto si es cierta la afirmación como si es una exageración, las dos cosas me dejarían la boca abierta). Y, aunque no lo dice abiertamente, insinúa que es porque el colectivo Llámalo H está vinculado a la izquierda. ¿Entonces?

En otro momento, la consejera Sara Fernández explicó que no se estaba cumpliendo el convenio firmado porque la Harinera no estaba siendo autogestionada económicamente, que es lo que se había acordado. Para ello, esgrime una serie de cifras que, es cierto, refrendan lo que dice. De acuerdo, pero, a continuación, asegura que la decisión para no renovar el convenio con el colectivo Llámalo H no es económica ya que el ayuntamiento sabe que a los servicios públicos no se les debe exigir que sean rentables económicamente sino socialmente. ¿Entonces? Si no es una decisión ideológica, pero tampoco económica, ¿por qué no se ha trabajado en buscar soluciones con un convenio diferente dado que el que había ahora no se estaba pudiendo cumplir? Es un caso radicalmente distinto pero con el Museo del Origami es lo que se está negociando ahora.

Sara Fernández defendió con ahínco que no es un recorte lo de la Harinera ya que a partir de ahora al ayuntamiento le va a costar más dinero mantener el espacio y programar en él. Y a mí me explotaría la cabeza si este argumento me diera por unirlo con el que la propia consejera expresó en una entrevista a este diario de que el ayuntamiento debía pedir eficiencia con el dinero que invertía.

En el margen de todo esto, o más bien relacionado con todo esto, subyace un concepto que no se ha entendido. O quiero pensar que no se ha comprendido porque otras opciones me parecerían más tristes. El debate no es si se va a poner más o menos dinero en Harinera ZGZ, ni siquiera es, en mi opinión, si va a seguir existiendo una programación. La cuestión es que centros cívicos hay muchos en el ayuntamiento con su programación (en muchos casos, de calidad y variada, no lo niego) pero con el modelo que ahora va a desaparecer la cultura no solo se disfrutaba sino que se creaba y, sobre todo, se intervenía sobre ella y, lo más importante, se decidía sobre ella. Y eso no se paga con dinero.

Suscríbete para seguir leyendo