El clan serbio se ha asentado en el CAI Aragón. Uno de los últimos en unirse es el veterano Marko Krivokapic (Senta, 13 de mayo de 1976), un jugador de brega y brazo largo que la pasada campaña anotó 150 goles con el Granollers y que llega al equipo naranja para completar un superpoblado lateral izquierdo. Lo más probable es que esa cifra se vea rebajada esta temporada. "Somos cuatro laterales izquierdos, si todos marcamos 150 goles, igual ganamos la Liga", bromea Krivokapic, cuyas prestaciones defensivas fueron un gran punto a su favor para incorporarse a la disciplina aragonesa. Después de tres años en España no tiene ningún problema con el idioma y en el club se ha encontrado como en casa. "Las pretemporadas en Granollers eran diferentes. Al empezar aquí con Kosovac pensé: Esto es la escuela serbia. Trabajamos mucho, pero es normal", asegura el jugador, añadiendo que, pese a llevar solo unos días como jugador naranja, ya le parecen años.

El balonmano es para él cosa de familia. Su tío, Radivoje Krivokapic, fue jugador del Tecnisán de Alicante y ha ejercido gran influencia en su carrera. Pero Marko comenzó en el agua. "Hice natación desde los siete a los 14 años", explica el serbio. Lo dejó cuando la cantidad de horas de entrenamiento no se veían recompensadas con resultados. Entonces, influído por su tío y porque en Senta el único deporte con balón que podía practicarse era el balonmano, decidió probar fortuna sobre el parqué.

Espectador

Krivokapic afrontaba su última temporada como jugador federado y quizás hubiera abandonado la práctica del balonmano si un árbitro no se hubiera cruzado en su camino. Tuvo que ser un colegiado quien le recomendara en el club local, el Senta. El resto, lo hizo él solito. Le bastó una campaña para demostrar que tenía un excelente porvenir y ganarse un puesto en Primera División. En 1992 lo fichó el Jugovic, con el que jugó seis años para marcharse después al Sintelon. En el 2000 decidió salir de Serbia y se marchó a Portugal, a Madeira, donde vivió cuatro años y nació su hijo mayor. La pequeña lo hizo en Granollers, donde ha jugado desde el el 2004. Sus hijos son capaces de hablar en catalán y, él, de entenderlo.

Krivokapic lleva tres años jugando en la Liga Asobal, lo que le ha permitido ser un espectador de lujo del crecimiento del CAI Aragón. "Ha sido espectacular. Quizá ha crecido demasiado deprisa. La temporada pasada fue extraordinaria y eso fue muy importante en mi decisión de venir. Como deportista tengo metas muy altas y este club, también", explica el jugador. En el Vallés tenía el mismo problema que Stankovic en Irún. Debía jugar demasiados minutos. "Sufrí mucho desgaste. En cambio, aquí el equipo puede jugar los 60 minutos al máximo porque tiene buenas rotaciones. Tener cuatro laterales izquierdos no es un problema. Muchos equipos querrían tenerlos", asegura Krivokapic, serio, trabajador y metódico. De la escuela serbia.