Huesca amaneció lluviosa. El agua protagonizó la jornada de resaca, el día después de la fecha histórica en la que la ciudad llegó a la Segunda División. Pero no estropeó ni un ápice la fiesta del ascenso. Tras algo más de medio siglo de espera, los oscenses no iban a frenarse por unos nubarrones, por muy negros que fueran, y volvieron a echarse a la calle para recibir, aplaudir, aclamar a los héroes que hicieron realidad sus sueños. Los paraguas se sumaron al paisaje azulgrana como un complemento más junto a bufandas y banderas en el abrazo ritual entre jugadores y aficionados.

La expedición regresó en Ave hasta Zaragoza y, tras la comida, se encaminó a Huesca en autobús. La primera parada fue delante de San Lorenzo para depositar un ramo de flores de manos de Sorribas y Robert, los capitanes, y pronunciar un ofrecimiento-agradecimiento al patrón en un acto sencillo y breve. A continuación, la plantilla recorrió las calles más céntricas en un autobús antiguo en el que empezó a recibir el calor de los aficionados. Los jugadores cantaban y empezaban a dejarse la voz por el camino.

El vehículo se hizo paso a duras penas por la Plaza Navarra que, como si no hubieran transcurrido 24 horas, estaba llena de oscenses dispuestos a celebrarlo por todo lo alto. Una vez en la puerta del Casino, los directivos fueron los primeros en bajar y guarecerse en la entrada del edificio modernista. Los jugadores, pese a que continuaba lloviendo, se detuvieron a abrazarse con la gente, firmar autógrafos y hacerse fotografías. Se acercaba el momento del baño de multitudes y, entonces, se abrió el cielo para que apareciera el sol. Cuando se entornaron las puertas del Casino, el arcoiris cruzaba la Plaza Navarra.

PROMOCIÓN A las 20.00 en punto, todo el Huesca atendía las palabras del alcalde, Fernando Elboj, que introdujo a los jugadores en los actos oficiales antes de ceder la palabra a Armando Borraz, presidente del club. "¡Presidente, presidente!", clamaron los jugadores. "En nombre de esta gran familia que es el Huesca quiero agradeceros lo que estáis haciendo y desearos que disfrutéis con toda la gente que hay ahí fuera", señaló un emocionado Borraz.

A continuación subió al púlpito José Antonio Martín Petón para lanzar un mensaje de optimismo. "El Huesca es Huesca. Esto es una metáfora de lo que Huesca puede hacer", aseguró el representante, para advertir: "Nuestro vuelo no se detiene". Sus palabras fueron respondidas con un aplauso generalizado y precedieron a una nueva intervención del primer edil.

"El ascenso va a marcar un antes y un después para la ciudad porque va a suponer la promoción de su nombre en toda España", arrancó Elboj, para enumerar las ventajas que conlleva tener un equipo en Segunda División. El nombre de Huesca va a aparecer a partir de ahora en todos los mapas futbolísticos, tendrá mayor repercusión mediática, un hueco en las quinielas y recibirá la visita de los aficionados rivales cada quince días. "Me dirijo especialmente al mundo empresarial, al comercio y la hostelería, porque tenemos un reto muy importante: asumir lo que conlleva tener un club en Segunda", señaló el alcalde.

"No solo el triunfo final, toda la temporada ha supuesto un empujón a nuestra autoestima como ciudad y como Altoaragón", continuó Elboj, deseando que el paso por Segunda no sea efímero y se consolide en el tiempo con nuevas metas que estimulen el crecimiento de la entidad y del club. El alcalde se acordó del partido más especial de la próxima temporada. "Vamos a jugar con el equipo hermano de Zaragoza en un derbi magnífico", aseguró antes de agradecer a la ciudad un día tan "excepcional" como el del domingo y de tomar una copa de champán para brindar por el ascenso. Por último, los jugadores salieron al balcón para recibir el último aliento de la afición por esta temporada. A partir de ahora, amanece una vida nueva para Huesca.