Son dos históricos del baloncesto aragonés. Esta temporada el Stadium Casablanca ha querido contar con José Luis Ereña y Alfonso Alonso para darle un toque diferente a esta macrocantera que tiene 350 jugadores. Ereña es bilbaíno y tiene 75 años, pero no los aparenta. Sigue siendo tan pasional, tan serio, tan riguroso, tan hiperactivo como cuando entrenó en los setenta al Helios Skol de Willians, los Arcega, Salvo o Alocén. «Éramos un grupo de amigos. Solo queda Julio Biela. Soy exigente. Los jugadores aprecian más al entrenador que te exige que al que pasa de ti», dice José Luis Ereña.

Alfonso Alonso es diametralmente opuesto al técnico vasco. Tranquilo y bonachón, valdría perfectamente para ser un simpático Papá Noel. Nació en Madrid hace 68 años, estuvo su primera época vinculado al Canoe. «Jugaba de base, pero muy pronto me puse a entrenar», explica. Después se instaló en Zaragoza y fue el alma mater de la explosión del baloncesto femenino en Zaragoza en el colegio Compañía de María. «Fue un equipo pionero. Cogí al grupo en benjamín y fuimos tres veces campeones de España. Llegó a tener diez jugadoras en la Primera División, algo inédito en el básquet femenino de entonces. Queremos hacer lo mismo que en Compañía de María, una evaluación de todos los niños. No queremos quitar a nadie jugadores, trabajar con lo nuestro y coger lo que merezca la pena», afirma Alonso. Reconoce que el básquet escolar tiene una carencia. «Los niños crecen sin tener fundamentos. Eso no se hace en un partido. Hay que enseñarles el abecedario», explica Alonso.

Víctor Lapeña conoce de toda la vida a Alfonso. Es amigo íntimo de su hijo Sito, el entrenador del Baskonia. Lapeña quiso contar con Alfonso para que le diera un toque personal al filón del Stadium. «Me llamó Víctor. Mi hijo y Lapeña me vieron crecer en el Banco Zaragozano. La afición del baloncesto les entró gracias a mí. Cuando entrenaba a las chicas, recuerdo que los dos recogían balones». Alonso dejó el año pasado Compañía de María para trabajar en el Stadium. Lleva un equipo alevín femenino y la tecnificación de benjamines y alevines. «Empleo diez horas a la semana para el baloncesto. Estoy jubilado, soy muy joven y el baloncesto es mi hobby. También mato los ratos dibujando y voy a Vitoria con mi esposa a ver los partidos del Baskonia». Tiene en un pedestal a su hijo. «Tiene una gran seriedad y está muy bien preparado. No quise que me copiara ni mis gestos y esto lo ha llevado a rajatabla», explica.

Elogios

Alonso valora mucho la capacidad de Ereña. «Es serio, muy metódico y aporta mucho al baloncesto de la ciudad». Ambos se citaron el lunes por la tarde en el pabellón de La Salle. «En el Stadium se han dado cuenta que necesitan buenos entrenadores de Zaragoza y no hay muchos. Alfonso es serio, de la vieja escuela y de los de antes. No quedan muchos como él», dice Ereña.

El técnico siempre estuvo vinculado a José Luis Rubio, en Helios y ahora en el CBZ. Pero este verano recibió una oferta del Stadium. «Mi hija y mi yerno son de Casablanca y me han hecho socio. Fue la ocasión perfecta de la directiva para convencerme. Voy pillado de tiempo, pero compatibilizo el CBZ y el Stadium». Sus tres nietos ya muestran sus habilidades en el baloncesto. «El pequeño tiene dos años, pero es una bomba. Álex es el mediano y juega a básquet y a fútbol. Paula tiene nueve años. Juega en el Stadium, hace puntos, toma decisiones y le aconsejo poco», dice.

Ereña se dedica a la tecnificación desde los alevines hasta los júniors. «El objetivo es sacar buenos entrenadores. Casablanca tiene ahora demasiados equipos. Tenemos que hacer un trabajo selectivo de formación y que el club habilite espacios para los que tienen posibilidades de futuro. La labor seria comienza en preinfantiles. Lo que forma a los jugadores es la competición y en los colegios no se puede hacer un trabajo serio», afirma. Mucho ha cambiado el baloncesto de formación en las tres últimas décadas. «Los entrenadores no tenían demasiada idea. No había vídeos, ni televisión y se aprendía a base de jugar. El que sobresalía era porque el padre empujaba al hijo. Ahora es al revés», dice.

La semana pasada la territorial le premió en su gala por su trayectoria. «Es la primera vez que se acuerdan de mí. Estoy agradecido a la territorial por acordarse. Fue un premio agridulce y la gran alegría fue que tuve a los nietos en mis rodillas toda la gala». Tampoco sigue la trayectoria del Tecnyconta de la ACB. «Los sigo poco. Si no cuentan conmigo, no cuento con ellos. No sé quién pierde más...», sentencia.