La montaña en Aragón

El muro de las lamentaciones

El cierre del 7Fun deja a Zaragoza sin su rocódromo más técnico, referente en la última década, y aviva la reivindicación de un centro público acorde al ‘boom’ de la escalada

Dos escaladoras en el rocódromo 7Fun esta semana

Dos escaladoras en el rocódromo 7Fun esta semana / JAIME GALINDO

Sergio Ruiz Antorán

Sergio Ruiz Antorán

La tormenta silba fuera. Dentro la alegría en grito tamiza el retumbar de truenos. Arriba, un crío duda en saltar el vacío. Una cuerda sujeta su incertidumbre. Es el cumpleañero. Salta decidido y se agarra el saco de sus miedos. Cerca trepa concentrada Sonia por un panel camuflado de piedra. Gata ágil, danza movimientos de equilibrio en un séptimo. «La transferencia a la roca es muy buena, son vías bien equipadas, que te hacen salir de tu zona de confort, con compromiso». Óscar activa el grigri que deja rapelar a su colega. Será una de sus últimas vías. «Es una lástima que lo cierren», lamentan.

El rocódromo de 7Fun en Puerto Venecia tiene los días contados. Este mes concluye la concesión y en los próximos días se producirá el desmontaje de una instalación que ha sido referencia en la última década, el único asidero en pandemia, el mejor para hacer cuerda. «No es solo un boulder. Te da la opción de hacer vías largas y la zona de fuera es increíble cuando hace buen tiempo. Se hacían cursos, talleres, vienen muchos niños y es un sitio donde nos juntábamos la comunidad de la escalada para hacer planes», comunica Sandra, con más de veinte años con el arnés apretado.

Cerca de ella un grupo aprende el autorrescate frente a una pared indoor que se eleva catorce metros en vertical. Unos niños trepan como sargantanas. «Yo me apunté por mis hijos. Probamos otros sitios, pero el ambiente, el tino de los monitores... nos gustaba más. Llevo dos años y ahora veremos qué hacemos», añade Francisco Domínguez. En su escuela hay más de 130 menores, más unos cien adultos y otros tantos socios individuales. La empresa que lo gestiona mantiene otros rocódromos en Alcalá de Henares, Lugo y Lisboa. Por ahora, no hay planes de buscar otra ubicación en Zaragoza.

Sandra y Óscar empiezan a recoger. «En verano podremos ir a la roca, pero en septiembre veremos qué hacemos», cabecea Sonia. Hacen kilómetros. Vienen de Caspe «una o dos veces a la semana». Como María Laborda, ahora en el Centro de Alto Rendimiento de Barcelona, tuvo que merendarse carretera para entrenar su genio desde Ejea a Pamplona. En Zaragoza hay otras dos instalaciones privadas, de otras características, y algún centro municipal en el CDM Actur y en el Pepe Garcés, de dimensiones menores. «Había otro en el Parque Deportivo Ebro, pero está cerrado. Aquí hay vías para entrenar, mejorar, probarte. Se han hecho campeonatos de España. En Zaragoza, la cuarta ciudad del país, hace falta un sitio para este deporte», reivindica Óscar.

La despedida de 7Fun Center remarca la ausencia de espacios específicos en la capital aragonesa hasta que, de verdad, se decida construir un ‘roco’ homologado para las competiciones en las tres disciplinas: dificultad, velocidad y boulder. En el rocódromo exterior, con 15 metros de altura y nueve de desplome, sí se podían realizar hasta ahora de esa primera exigencia. Hay unas cien vías equipadas, de cuarto avanzado a octavos. «Hace poco hicimos aquí las finales de los Juegos Escolares. Ahora ya no se podrían hacer. En Zaragoza no hay un rocódromo donde se pueda competir», sanciona Sergio Lafuente, presidente de Montañeros de Aragón.

Implicación institucional

Montañeros se ve afectado por el cierre. Tenían 22 muchachos entrenando en este centro. «El cierre condiciona nuestra actividad, porque es un centro muy técnico, muy pensado para el escalador. Tenemos un boulder en el club y los pequeños van al Garcés, pero no es suficiente», afirma. Montañeras Adebán asistía cada jueves con un buen grupo de mujeres escaladoras y de niños. 

Desde la Federación Aragonesa de Montaña se manifiesta la imposibilidad de acometer sola una inversión de este calado sin el acuerdo con las instituciones públicas. En el contexto actual, con el incremento de practicantes (casi 500 en Juegos Escolares) y las promesas electorales y proyectos en otros deportes, parece una reclamación más que lícita en un país de montañas. «Son instalaciones que no las podemos acometer desde el asociacionismo. Las privadas están pensadas para el negocio, son lúdicas, es complicado que se impliquen en un pensamiento hacia la progresión de la escalada. Es esencial la implicación del sector público con el crecimiento actual», ratifica Sergio Lafuente.