El otoño ya ha llegado y es hora de que la sociedad afronte el reto de ser más eficiente. Entre las medidas de ahorro energético anunciadas por el Gobierno de España para reducir la dependencia de gas ante la amenaza de Rusia de un posible corte de suministro este invierno, figura la de limitar la temperatura de la calefacción a 19 grados en los edificios públicos y empresas.

Desde el Departamento de Educación del Gobierno de Aragón, recuerdan que el plan del Gobierno exime a los centros educativos de cumplir con esta medida, al igual que a los hospitales y a las peluquerías. No obstante, muchos colegios e institutos en Aragón se plantean adaptarse a la situación derivada de la guerra en Ucrania y de los elevados precios de la luz y el gas, y cumplir con las recomendaciones del plan de ahorro en la medida de lo posible.

La actual normativa laboral establece que por debajo de los 17 grados no se puede trabajar y el plan del gobierno es flexible «para garantizar las condiciones de seguridad laboral». Así, los centros que quieran sumarse a la iniciativa deberán decidir a qué temperatura ponen la calefacción en función del lugar donde se encuentren –no es lo mismo un instituto en Zaragoza que otro en Teruel– y de sus condiciones térmicas: aislamiento, orientación, etc.

Ahorrar energía, ahora y siempre

Según Belén Zalba, profesora de la Universidad de Zaragoza y experta en climatización, la sociedad está cada vez más concienciada con el ahorro energético y los jóvenes son un claro ejemplo de ello. "El mensaje es que hay que ahorrar energía siempre, no solo ahora porque esté cara, sino porque el gasto tiene muchas consecuencias, como el cambio climático. Lo hemos visto este verano con las olas de calor y lo vamos a seguir viendo".

La ingeniera explica que "cada cosa que hacemos, cuando cargamos el móvil o nos compramos un pantalón nuevo, implica consumo de energía y materias primas, y aunque esta provenga de fuentes renovables, hay que seguir ahorrando". Ante esto lo que debemos hacer es preguntarnos si lo que vamos a hacer es imprescindible o no, y "si no lo es, no lo hago. Todo lo que podamos evitar hay que evitarlo". 

El plan del Gobierno incluye también el apagado de escaparates e iluminación de edificios públicos a partir de las 10 de la noche. ANDREEA VORNICU

La profesora se muestra partidaria de limitar la temperatura en los centros educativos, algo que se puede suplir con ropa de abrigo y buen calzado, e indica que estas medidas suponen "una oportunidad", ya que "están potenciando algo que de por sí ya deberíamos estar haciendo". 

Zalba, que imparte la asignatura de Termodinámica en la Escuela de Ingeniería y Arquitectura (EINA) de la Unizar, señala que "en las aulas tenemos que ser conscientes de que no somos ricos y además tenemos que ser responsables con el medio ambiente". "Esta también es una forma de educar", apostilla.

¿Qué pasa con la ventilación?

La medida de limitar la temperatura para ahorrar energía contrasta con los dos años de ventanas abiertas en las aulas en invierno para hacer frente a los contagios de covid. Aunque en septiembre se anunció el fin de todas las medidas sanitarias, con la llegada de las bajas temperaturas y el límite a la calefacción, la pregunta que se hacen muchos centros es si seguir ventilando.

Ante esta duda, la experta se muestra clara: "Más importante que la temperatura en estos momentos es la ventilación, no sólo por el covid sino por otros factores". La pandemia ha hecho que nos demos cuenta de la importancia de mantener una buena calidad del aire, y es que "al igual que depuramos el agua, se debe limpiar el aire que respiramos".

Ventanas abiertas para ventilar el aula como medida frente al covid en los centros educativos. EL PERIÓDICO

"Ventilar es importantísimo y en un centro educativo todavía más. Necesitamos que los alumnos respiren aire limpio por su salud y porque necesitamos que estén despiertos y concentrados», asegura la profesora, que subraya que una alta concentración de CO2 conlleva que «los estudiantes se duerman".

Su consejo para los centros es utilizar sistemas de ventilación mecánica, y donde no se tengan, "abrir las ventanas el mínimo necesario". La clave está en vigilar el nivel de CO2. Para ello las aulas deben contar con medidores que vigilen el nivel de concentración de partes por millón (800 ppm en momentos de alta incidencia del covid y de 1.000 en los de menos riesgo) para saber cuánto tiempo abrir.

Los sistemas de ventilación mecánica son aparatos integrados en los propios edificios o circuitos de climatización que permiten renovar el aire interior sin abrir la ventana. Según la ingeniera, estos deberían instalarse en los centros educativos poco a poco. "Hay muchos centros en los que existe y la gente no lo sabe. Todos los edificios posteriores a 2007 lo llevan incorporado por normativa", señala. De esta manera se conseguiría mejorar la salud de las personas y la eficiencia energética.