Canciones de ayer y de hoy han unido a los mayores de la Residencia Parque Dorado y a los estudiantes del IES Miguel Servet de Zaragoza, que comparten música y también recuerdos dentro de un proyecto de Aprendizaje y Servicio que lleva a cabo en el centro educativo desde hace varios cursos en la residencia del barrio.

Nuestro trabajo en la residencia de barrio, capitaneado por Susana Flores, nos permite, entre otras cosas, conocer a personas que dejan huella. En el caso de Pedro, nunca mejor dicho; pues nunca ha dejado de caminar, de tener a gala su condición de romero jacobeo.

Pedro es alojado y voluntario ‘director’ del coro de la residencia, en la que cantan los mayores. Es ése uno de los momentos estrella de la semana, cuando se reúnen para recordar canciones de toda la vida, a cuyo repertorio han incorporado otras más actuales.

Por nuestra parte, la coral del IES Miguel Servet prepara canciones comunes, que nos permite formar un grupo mixto, con esa polifonía de emociones que supone cantar todos juntos.

Para nosotros Pedro es un pequeño héroe: la vitalidad y entusiasmo que emana a sus 91 años (ni siquiera necesita gafas para leer), la entrega en cuerpo y alma a la música, su pasado como docente en nuestro instituto, y su experiencia como caminante de Santiago, han modelado la talla de un anciano plagado de memorias e iniciativas maravillosas: regenta, también, el coro de la Asociación aragonesa de caminantes de Santiago. Nos imaginamos a las decenas de participantes repartiendo los ecos de sus canciones a través de senderos y albergues, levantando la admiración de compatriotas y extranjeros de todas las procedencias, confraternizando a través del arte musical.

El coro de la residencia de mayores y la coral del instituto comparten música y canciones. IES MIGUEL SERVET

Tanta entrega y vitalidad le han ayudado a superar el trauma de la pérdida de su esposa, que le provocó un dolor profundo y una crisis de fe, que hoy combate con esa entrega a las buenas causas; siempre desde la pericia -con esa seriedad sonriente tan suya-.

Su imagen es la del sabio, la del hombre sencillo que pasa sin hacer ruido; cabello blanco, negros ojos de mirada siempre cómplice, paso lento pero firme -sin renunciar a su bastón, que tanto le recuerda al bordón del buen peregrino-.

En el Servet lo hemos tenido claro; además de nuestro agradecimiento, alguien así merece un reconocimiento: Diploma al emérito profesor de cantos, caminos y ejemplos.

No queremos dejar pasar por alto a esas personas, entre las que se incluye, que iluminan nuestra vida con la linterna de la generosidad, la profesionalidad y esa bondad de quien lo da todo, porque se dan a sí mismas.